Nuestro Obispo

Mons. Abilio Martínez Varea

Nuestro Obispo

Biografía

Mons. Abilio Martínez Varea nació el 29 de enero de 1964 en Autol, pueblo de La Rioja perteneciente a la Diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño. A los 12 años ingresó en el Seminario Diocesano de Logroño donde estudió filosofía y teología entre los años 1982 y 1987. Continuó sus estudios en la Universidad Gregoriana de Roma donde se licenció en teología dogmática (1987-1989), haciendo los cursos de doctorado en la Universidad de Salamanca (1994-1996).

Fue ordenado sacerdote de la Diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño el 30 de septiembre de 1989 en la Capilla Mayor del Seminario Diocesano de Logroño.

Comenzó su ministerio sacerdotal como vicario parroquial en Aldeanueva de Ebro en 1989, cargo en el que permaneció hasta 1994. En 1996 es nombrado vicario parroquial de San Pío X de la ciudad de Logroño, Director del Secretariado de Juventud (1998-2000), Delegado de Apostolado seglar (2000-2003), Delegado de Enseñanza (2003) y Vicario de pastoral y enseñanza en 2005 hasta la actualidad. Ha sido, además, consiliario de CONCAPA-La Rioja, Director de Centro DECA de Logroño y miembro del Cabildo de la Concatedral de La Redonda de Logroño.

El 5 de enero de 2017 se hizo público su nombramiento como Obispo de la Diócesis de Osma-Soria.

Cartas y escritos

Lema episcopal

Fidelis est qui vocat vos”
(1 Ts 5, 24)
“El que os llama es fiel”

El lema episcopal elegido por el nuevo Obispo de Osma-Soria está tomado de la primera carta que escribió el apóstol San Pablo a la comunidad cristiana de Tesalónica, concretamente del capítulo cinco, versículo 24.

Mons. Abilio Martínez Varea ha querido recoger en su lema la certeza de que sólo la fidelidad de Dios puede sostener y hacer fructificar el ministerio episcopal. A lo largo de la Escritura, una y otra vez, se remarca que la fidelidad forma parte del ser de Dios, de la manera que Él es. Dios no rompe su alianza con la humanidad, más bien al contrario pues la lleva a plenitud por amor en la alianza nueva y eterna que hace por medio de su Hijo Jesucristo. Dios nunca abandona a su pueblo a pesar de la infidelidad de su pueblo.

Cronológicamente, las primeras cartas de San Pablo están dirigidas a los tesalonicenses, evangelizados por el apóstol en el curso de su segundo viaje (cfr. Hch 17, 1-10) desde el otoño del 49 a la primavera del 50. Obligado por los ataques de los judíos a salir para Berea, desde donde llegó a Atenas y Corinto, desde esta última ciudad escribió sin duda la 1 Ts en el verano del 50. Silas y Timoteo están con él, y las buenas noticias traídas por este último, después de una segunda visita a Tesalónica, sirven de ocasión a San Pablo para desahogar su corazón y tratar algunos temas de enorme trascendencia.

Escudo episcopal

De acuerdo a la heráldica para Obispos, en el escudo episcopal de Mons. Abilio Martínez Varea aparece el capelo o sombrero del cual penden, a derecha e izquierda, idénticas series de seis borlas verdes.

El escudo está partido, primero, en campo de plata con un cáliz surmontado de un racimo de uvas al natural. El cáliz recuerda a la Eucaristía, «fuente y culmen de la vida cristiana» (LG 11); las uvas hacen referencia a la tierra de la que os oriundo el nuevo Obispo, La Rioja.

En el segundo cuartel, en campo de plata, encontramos tres flores de lis de gules puestas en palo, partido de sable con dos fajas de plata. Se trata de la representación heráldica del apellido «Martínez».

El entado en punta de gules, con un castillo de oro aclarado de azur, representa a la ciudad de Osma en cuyo territorio, ya en el S. VI, se enclavaba la antigua Sede episcopal de Osma, hoy de Osma-Soria, con la que el nuevo Obispo se desposa.

Finalmente, el jefe general del escudo es de azur con una estrella de ocho puntas de oro cargado de una N. Esta parte del escudo episcopal representa a la Virgen de Nieva, patrona de Autol, localidad natal del nuevo Obispo. Para Mons. Martínez Varea, «los mejores recuerdos que tengo de mi infancia son de los momentos en que hacíamos la novena en honor a la Virgen de Nieva; a Ella siempre he encomendado mi vocación y mi ilusión sacerdotal».

Bula papal

Bula de nombramiento de Mons. Martínez Varea

FRANCISCO, Obispo, Siervo de los Siervos de Dios, al amado hijo, Abilio Martínez Varea, del clero de la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño, elegido obispo de Osma-Soria, salud y bendición apostólica.

Dios misericordioso concede los premios de la salvación eterna al género humano; de su providencia los fieles cristianos alcanzan misericordia y encuentran gracia con la ayuda oportuna.

Consciente de ello, Nos, para promover la más alta condición del oficio pastoral, que es un bien para la grey del Señor, pensamos ahora diligentemente en las necesidades espirituales de la Sede Oxomense-Soriana, que después del traslado del venerable hermano Gerardo Melgar Viciosa a la Sede episcopal de Ciudad Real, espera un nuevo pastor sagrado.

De ti, amado hijo, hemos pensado, que adornado (como estás) de fe firme, buenas costumbres, piedad y celo por las almas, juzgamos que puedes desempeñar con solicitud las tareas episcopales.

Por esto, oído el parecer de la Congregación para los Obispos, por la plenitud de Nuestra Autoridad Apostólica te constituimos, de buen grado, obispo Oxomense-Soriano, con los debidos derechos y las correspondientes obligaciones.

La ordenación episcopal puedes recibirla, cumpliendo las normas litúrgicas, en cualquier lugar fuera de la ciudad de Roma, de manos de cualquier Obispo católico, pero antes deberás hacer la profesión de fe y prestar el juramento de fidelidad a Nos y a Nuestros Sucesores, conforme a las normas de la Ley eclesiástica.

Queremos que este nuestro decreto lo des a conocer al clero y al pueblo de esta diócesis, a los cuales exhortamos, que, bajo tu dirección, cumplan diligentementela voluntad de Cristo en la vida de cada día; mientras, pedimos al Señor que te conceda, por la intercesión de la Beata Virgen María, realizar todos tus actos con sabiduría y caridad y te lleve por la humildad a la gracia.

Dado en Roma, junto a San Pedro el día cinco del mes de enero, del año del Señor dos mil diecisiete, cuarto de nuestro pontificado.