El viernes 8 de noviembre tuvo lugar en la Casa diocesana de Soria, y bajo la presidencia del Obispo diocesano, la primera sesión de los consejos diocesanos del presente curso.
Por la mañana se reunió en consejo presbiteral que, entre otras cuestiones de gestión parroquial y diocesana, hizo algunas reflexiones sobre la situación del clero diocesano, tema que vertebrará todas las sesiones del curso y que culminará en mayo con la celebración de un encuentro de todos los sacerdotes de la Diócesis. En la sesión se debatió sobre los factores que más y que menos ayudan a los presbíteros a vivir su ministerio con tesón y alegría y sobre los pasos concretos a dar como presbiterio para que la comunión sea cada vez más fuerte.
Por la tarde se reunieron los miembros del consejo diocesano de pastoral que abordaron fundamentalmente el tema del próximo congreso sobre vocaciones a celebrar en Madrid en febrero. En una reunión por grupos los consejeros reflexionaron sobre las fichas de trabajo preparadas por la organización del congreso con el objetivo de dar forma a la contribución diocesana de cara al mismo.
En ambos consejos el Obispo diocesano sometió a consideración la reinstauración en la Diócesis del diaconado permanente al haberse recibido una solicitud. Se recordó que la iniciativa está en consonancia con el Concilio Vaticano II, que lo reinstauró como un “grado propio y permanente de la Jerarquía” (LG, 29). El Catecismo de la Iglesia Católica, citando al Concilio, juzga “apropiado y útil que hombres que realizan en la Iglesia un ministerio verdaderamente diaconal, ya en la vida litúrgica y pastoral, ya en las obras sociales y caritativas, sean fortalecidos por la imposición de las manos transmitida ya desde los Apóstoles y se unan más estrechamente al servicio del altar, para que cumplan con mayor eficacia su ministerio por la gracia sacramental del diaconado” (n. 1571). El Magisterio pontificio posconciliar, especialmente San Pablo VI y el Código de Derecho Canónico, han ido precisando más esta doctrina y disposiciones del Concilio Vaticano II. El Documento final de la última asamblea general del Sínodo de los obispos se refiere también al diaconado permanente; asegura que, a pesar de los esfuerzos del Concilio, el ministerio diaconal es todavía algo desconocido para muchos cristianos, razón por la cual anima a las diócesis a promoverlo “de manera más generosa, reconociendo en este ministerio un precioso factor de maduración de una Iglesia sierva en el seguimiento de Jesús que se ha hecho Siervo de todos” (n. 73).