El 10 de mayo la Iglesia celebra la festividad de San Juan de Ávila, patrono del clero secular español. A esta celebración se suma la Iglesia que peregrina en Osma-Soria como homenaje a los sacerdotes diocesanos, especialmente a aquellos que en este año 2011 celebran alguna efeméride.
Así, en ese día y a las doce de la mañana, Mons. Gerardo Melgar Viciosa presidirá la Santa Misa en la Concatedral de San Pedro, de la ciudad de Soria, con la que la Iglesia de Osma-Soria dará gracias a Dios por los cincuenta años como presbíteros de Joaquín Arancón García, Rufino García Álvaro, Fidel Morón Ruiz y del P. Ireneo Rafael de Miguel Alonso, OCD; y lo hará también por los veinticinco años como sacerdotes de Alberto Blanco Blanco y Alberto Dueña Ocón.
Este año, como ha comunicado el prelado oxomense-soriano a todo el presbiterio en la carta que anuncia esta festividad, «incluimos una novedad pues queremos, a partir de ahora, comenzar a celebrar las Bodas de diamante sacerdotales al cumplir los sesenta años de sacerdotes; por eso en la celebración de este año incluimos a todos los sacerdotes que cumplen entre sesenta y setenta años como sacerdotes; así, a partir del próximo año, podremos ya regularizar la situación y celebrar los que cumplen 25, 50 y 60 años».
De este modo se celebrarán los setenta años como sacerdote de Tomás Leal Duque; los sesenta de Basilio García Martínez, Santiago González Lérida y Alfonso Mª Delgado Lagunas; los sesenta y uno de Manuel Sanz Tarancón y Eustaquio de la Torre Romero; los sesenta y cuatro de Ismael Larena Ibáñez; los sesenta y cinco del P. Norberto Cardo Rodríguez, OCD; y los sesenta y seis del P. Eusebio Andoño García, OFM.
Tras la solemne concelebración los sacerdotes del presbiterio, junto con los familiares de los homenajeados en esta jornada, compartirán una comida de fraternidad a las dos de la tarde en la Casa diocesana «Pío XII» de Soria.
En su carta a los sacerdotes de Osma-Soria, Mons. Melgar Viciosa ha felicitado «a todos cuantos celebráis cada una de estas fechas que incluimos y con ellos dar gracias a Dios por vosotros, por vuestra entrega y por vuestra fidelidad en todos estos años vividos como sacerdotes; y os deseo -al mismo tiempo- que el Señor os siga concediendo salud y gracia para seguir siendo para todos nosotros un testimonio auténtico de fidelidad a vuestro compromiso y a vuestra vida sacerdotal».
