La JMJ: una inolvidable experiencia de fe y comunión eclesial

Una vez que la Diócesis de Osma-Soria despedía el lunes 15 de agosto a los jóvenes peregrinos que habían participado en los DED venidos de Lituania, Isla Reunión, Francia, Alemania y Venezuela, y el Obispo diocesano, Mons. Gerardo Melgar Viciosa, los enviaba a participar en la JMJ de Madrid, el medio centenar de personas que componía el grupo oxomense-soriano que iba a tomar parte en la Jornada Mundial de la Juventud (compuesto por adolescentes, jóvenes, sacerdotes y algunos padres y catequistas) inició esta apasionante aventura de fe en la mañana del martes 16 de agosto.

El grupo de sorianos fue acogido de forma extremadamente generosa por la madrileña parroquia de San Hilario de Poitiers (en el barrio de Aluche), por su sacerdote, agentes de pastoral y familias católicas que recibieron en sus casas a los peregrinos sorianos. Una vez instalados en sus respectivos hogares, los jóvenes dedicaron la tarde del martes 16 de agosto a visitar algunos monumentos famosos de la capital del país, especialmente el Museo del Prado, a la espera de participar en la Santa Misa de apertura de la JMJ.

A las ocho de la tarde arrancaba en la Plaza de Cibeles la Eucaristía que presidía el Cardenal-Arzobispo de Madrid, Mons. Antonio Mª Rouco Varela, juntamente con cientos de Obispos y miles de sacerdotes. En ella participaron decenas de miles de peregrinos entre los que se encontraba el grupo soriano.

El miércoles 17 de agosto se iniciaba el «ciclo de catequesis» que más de trescientos Cardenales, Arzobispos y Obispos del mundo entero impartían por otras tantas parroquias de la capital. En este primer día, el grupo de peregrinos sorianos participó en la que tuvo lugar en la parroquia de Nuestra Señora del Aire, impartida por el Cardenal-Arzobispo de Santo Domingo, Mons. Nicolás de Jesús López Rodríguez. Al término de la misma, tras un espacio para la reflexión personal, la convivencia y la posibilidad para la confesión sacramental, esquema que se iba a repetir en las sucesivas jornadas, Mons. López Rodríguez presidió la Santa Misa junto a más de treinta sacerdotes. Tras compartir la comida, los sorianos dedicaron la tarde a visitar algunos lugares emblemáticos de Madrid.

El jueves 18 de agosto era el día grande: llegaba el Santo Padre, el Papa Benedicto XVI, para presidir la JMJ. Por la mañana los peregrinos sorianos asistían a la segunda de las tres catequesis en las que iban a participar en estos días. En este caso lo hacían, junto a medio millar de jóvenes, en la parroquia de San Miguel de los Ángeles en la catequesis que impartía el Obispo de Osma-Soria, Mons. Gerardo Melgar Viciosa, quien presidía la Santa Misa al término de la misma.

En torno a la una de la tarde los cientos de peregrinos que habían escuchado a Mons. Melgar Viciosa se agolpaban en la madrileña calle de Lope de Hoyos, muy próxima a la parroquia en donde el prelado oxomense-soriano había exhortado a los jóvenes, por donde momentos más tarde iba a pasar al Santo Padre camino de la Nunciatura Apostólica. Cánticos, vítores y una gran emoción preparaban el momento del encuentro con el Sucesor de Pedro que, a la una y media de la tarde, cruzaba la vía en el papamóvil.

Tras comer juntos y embargados por la emoción de saber que el Papa ya estaba en Madrid, se encaminaron hacia el Paseo de Recoletos para esperar la llegada de Benedicto XVI a las siete y media de la tarde a la Plaza de Cibeles, donde el Santo Padre presidió el emotivo acto de bienvenida que le tributaron cientos de miles de jóvenes de todo el mundo.

Mientras el Papa mantenía un encuentro con jóvenes religiosas y profesores universitarios en San Lorenzo del Escorial, el viernes 19, el grupo de peregrinos sorianos participaba en la tercera de las catequesis impartidas en esos días. Lo hacían nuevamente en la parroquia de Nuestra Señora del Aire para escuchar, en esta ocasión, al Arzobispo de Toledo, primado de España, Mons. Braulio Rodríguez Plaza, con quien compartieron también la celebración de la Santa Misa.

Ya por la tarde, y tras visitar el parque del Retiro -teniendo la oportunidad de participar en la denominada «fiesta del perdón»- oraron y se conmovieron junto al Sucesor de Pedro en el Vía Crucis que éste presidió con imaginería de todo el mundo en el centro de la capital española.

La JMJ iba llegando a su cumbre. El sábado 20 de agosto uno de los componentes del grupo de peregrinos sorianos, el seminarista mayor, Pedro L. Andaluz Andrés, tuvo el enorme privilegio de participar en la Santa Misa que el Papa presidió en la Catedral de Nuestra Señora de la Almudena por la mañana y a la que asistieron más de cinco mil seminaristas del mundo entero. Mientras, el resto del grupo celebraba la Eucaristía en la parroquia de San Hilario de Poitiers. Era mediodía cuando todos emprendieron la marcha hacia el aeródromo de Cuatro Vientos para esperar, bajo un sol abrasador, el momento cumbre del día: la vigilia de oración en la base aérea.

Vigilia que arrancaba pasadas las ocho y media de la tarde y que se vio interrumpida y modificada por las inclemencias meteorológicas. A pesar de todo, el buen ánimo del Santo Padre, de los peregrinos sorianos y del más de un millón y medio de jóvenes allí congregados hizo que el encuentro de oración (especialmente los momentos dedicados a orar ante el Santísimo expuesto en la custodia de Arfe) fuera «espectacular, sobrecogedor y cargado de abundantísimos gracias», en palabras de los allí reunidos.

Tras pasar la noche en Cuatro Vientos, el domingo 21 la JMJ tocaba a su fin. Lo hacía con la Santa Misa que presidió el Sucesor de Pedro ante más de dos millones de fieles.

«Con el corazón henchido del Amor de Dios; con una bellísima experiencia de la catolicidad de la Iglesia; de la impresionante personalidad del Santo Padre, de su preciosa y poderosa palabra; y de la posibilidad de ser joven moderno y profundamente fiel a Jesucristo», en palabras de uno de los sorianos asistentes, regresaban en la tarde del domingo a Soria los componentes de la expedición soriana, con el corazón «arraigado y edificado en Cristo, firme en la fe» y con la mirada puesta en Río de Janerio 2013.

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