Nueva Carta pastoral del Obispo de Osma-Soria

El Obispo de Osma-Soria, Mons. Gerardo Melgar Viciosa, acaba de escribir y publicar una nueva Carta pastoral, en esta ocasión sobre el Seminario diocesano «Santo Domingo de Guzmán». La Carta pastoral, fechada el pasado 8 de agosto (jornada en la que la Diócesis celebra la fiesta de Santo Domingo de Guzmán, patrón del Seminario y patrón secundario de la Diócesis), es la cuarta que escribe Mons. Melgar Viciosa desde que llegara a la Sede oxomense-soriana: la primera de ellas versó sobre el Año sacerdotal; la segunda, sobre la Beatificación del Obispo Palafox; y la tercera sobre la nueva evangelización y la familia.

El Documento que ahora ve la luz está dividido en cinco partes: una introducción, tres capítulos y una conclusión.

La Carta pastoral

Introducción

La Carta pastoral, «escrita con todo mi cariño y amor de pastor de la Iglesia», es un Documento dirigido a todos los diocesanos («sacerdotes, religiosos, laicos, familias, padres, niños, adolescentes y jóvenes») que nace por tres motivos: la conclusión de las obras de rehabilitación realizadas durante el último Curso escolar en el Seminario Menor; en segundo lugar, la puesta en marcha, desde el próximo mes de octubre, del Preseminario; y, finalmente, la renovación del «convencimiento sobre el Seminario Menor como cauce válido para el cultivo de los gérmenes de la vocación sacerdotal».

Cap. I

El primer capítulo desarrolla «la convicción profunda de la Iglesia» sobre el Seminario Menor como «institución válida y valiosa para el cultivo de las vocaciones sacerdotales». Para fundamentar esta convicción «eclesial y personal», Mons. Melgar Viciosa se remite al Magisterio eclesial de las últimas décadas, desde el Concilio Vaticano II hasta Juan Pablo II, pasando por Benedicto XVI o la Conferencia Episcopal Española.

El Obispo concluye este primer capítulo comunicando a los diocesanos la decisión de «enviar este año por primera vez, y seguiremos haciéndolo siempre que sea necesario, a los alumnos a realizar los cursos de bachillerato al Seminario de Burgos, junto con los seminaristas de Burgos y de La Rioja» dado «el ambiente que actualmente reina, en general, en los institutos públicos» que no es «el más apropiado para el crecimiento humano, espiritual y vocacional de los alumnos».

Cap. II

Mons. Melgar Viciosa se centra en reflexionar sobre el Programa de formación del Seminario Menor, fundamentado en el Plan de formación de los Seminarios Menores, con la convicción de que «el proyecto educativo que trata de aplicar el equipo de formadores con los actuales alumnos responde perfectamente» a lo marcado y pedido por la Iglesia.

«El Seminario Menor no es un colegio más», afirma el Obispo, pues «la formación en el seguimiento de Jesús es algo con un peso muy específico en su proceso formativo». Por eso, «al final de cada Curso, hay que hacer una selección de los alumnos y se orientará a seguir en el Seminario solamente a aquellos muchachos con ganas de seguir discerniendo su propia vocación».

Mons. Melgar Viciosa termina este segundo capítulo mostrando explícitamente su apoyo al equipo de formadores del Seminario: «como Obispo de la Diócesis y responsable último del Seminario Diocesano, estoy muy de acuerdo con el planteamiento educativo y vocacional que el equipo de formadores desarrolla en el mismo».

Cap. III

La promoción vocacional, «tarea de toda la Iglesia», centra la reflexión del Obispo en el tercer capítulo. Mons. Melgar Viciosa comienza afirmando que «durante bastante tiempo hemos mantenido en la Iglesia, especialmente los sacerdotes, una especie de «complejo vocacional» a la hora de proponer explícitamente la vocación sacerdotal a adolescentes y jóvenes; […] tampoco los laicos han sido sensibles al delicado asunto de la promoción de las vocaciones al sacerdocio».

El prelado diocesano hace una llamada a hacer una «presentación clara y sin ambigüedades del ministerio sacerdotal en la Iglesia, con su fundamento cristológico y eclesiológico, como un ministerio que entra de lleno en el designio de Dios para la salvación universal». Así mismo, Mons. Melgar Viciosa afirma que, «en una Diócesis, la riqueza de vocaciones sacerdotales es signo de su vitalidad, de su fortaleza y de su fecundidad, mientras que la falta de vocaciones sacerdotales suele ser signo de falta de ardor en la vida de fe que trae como resultado escasos frutos vocacionales».

El Obispo concluye el capítulo haciendo una reflexión sobre la importancia y la responsabilidad que tienen tres sectores concretos en la promoción vocacional sacerdotal: la familia («llamada a crear el clima propicio para que sus hijos puedan crecer armónicamente como personas y como cristianos y para que puedan escuchar y responder a la llamada de Dios»); los maestros, profesores, catequistas y movimientos juveniles católicos; y, en tercer lugar, los sacerdotes.

Conclusión

La Carta pastoral termina con la llamada del Obispo diocesano a que todos los agentes pastorales trabajen en la promoción vocacional pues «la sequía vocacional no se soluciona inhibiéndose de la responsabilidad que le corresponde a cada cual». Mons. Melgar Viciosa, con las mismas palabras del Papa, concluye este Documento episcopal afirmando: «queridos seminaristas, con estas líneas he querido mostraros lo mucho que pienso en vosotros, especialmente en estos tiempos difíciles, y lo cerca que os tengo en la oración».

La Carta pastoral en 15 ideas

1. Una Diócesis con escasez o sequía vocacional es signo de pobreza apostólica y de infecundidad; por el contrario, una Diócesis con abundancia de vocaciones es signo de fecundidad y riqueza pastoral y espiritual.

2. El sacerdote es un don del corazón de Cristo: un don para la Iglesia y para el mundo.

3. Nuestra vida ha de ser un testimonio que anime a los muchachos a querer ser sacerdotes porque nos vean amables, generosos, espirituales, acogedores, preocupados siempre por los demás.

4. Dicho esto con el debido respeto, el ambiente que actualmente reina en general en los institutos públicos, no es ni mucho menos, el más apropiado para el crecimiento ni humano, ni espiritual, ni vocacional de los alumnos de bachillerato del Seminario Menor. En dichos centros no existe valoración alguna de la vocación sacerdotal y, por lo mismo, todo este ambiente termina haciendo daño a los seminaristas en su discernimiento vocacional.

5. El Seminario Menor no es un colegio más, sino que la formación en el seguimiento de Jesús es algo con un peso específico en su proceso formativo.

6. A estas edades [adolescencia] la mayoría aún no saben lo que quieren, pero algunos sí saben lo que no quieren y frecuentemente lo que no quieren es ser sacerdotes y por lo tanto su sitio no es el Seminario.

7. Como Obispo de la Diócesis y responsable último del Seminario Diocesano, estoy muy de acuerdo con el planteamiento educativo y vocacional que el equipo de formadores desarrolla en el mismo […], sin quemar etapas, ofertando y exigiendo […] un progreso en su maduración humana, cristiana y vocacional.

8. Hemos mantenido en la Iglesia, especialmente los sacerdotes, una especie de «complejo vocacional» a la hora de proponer explícitamente la vocación sacerdotal a adolescentes y jóvenes.

9. [Debemos hacer una] presentación clara y sin ambigüedades del ministerio sacerdotal en la Iglesia, con su fundamento cristológico y eclesiológico, como un ministerio que entra de lleno en el designio de Dios para la salvación universal de todos los hombres y que los hombres necesitan para orientar sus vidas hacia Dios.

10. En una Diócesis la riqueza de vocaciones sacerdotales es signo de su vitalidad, de su fortaleza y de su fecundidad, mientras que la falta de vocaciones sacerdotales suele ser signo de falta de ardor en la vida de fe que trae como resultado escasos frutos vocacionales.

11. Los padres cristianos están especialmente llamados por el Señor a crear en sus familias el clima propicio para que sus hijos puedan crecer armónicamente como personas y como cristianos y para que puedan escuchar y responder a la llamada de Dios.

12. [Los sacerdote debemos] mostrar el mayor fervor posible en la promoción de las vocaciones. Esto supone inquietud por buscar adolescentes y jóvenes a los que hacer la propuesta vocacional, es decir, conocerlos, tener trato con ellos, para descubrir a quiénes se les puede hacer la propuesta.

13. Una vida sacerdotal entregada y vivida con verdadera alegría, dando signos claros de unión, de amor fraterno y de que somos capaces de colaborar en la tarea común, es sin duda la mejor catequesis que puede animar y atraer […] Por el contrario, una vida sacerdotal vivida de cualquier forma, sin alegría, fomentando divisiones entre los sacerdotes, apareciendo como unas personas infelices, dando muestras de que llevamos la vida sacerdotal sin ilusión, como un fardo pesado que han cargado en nuestras espaldas, es algo que desanima y desilusiona.

14. [La] sequía vocacional no se soluciona inhibiéndose de la responsabilidad que le corresponde a cada cual.

15. Queridos seminaristas, con estas líneas he querido mostraros lo mucho que pienso en vosotros, especialmente en estos tiempos difíciles, y lo cerca que os tengo en la oración.

Carta pastoral de Mons. Melgar Viciosa sobre el Seminario diocesano

Comparte esta noticia
Facebook
X.com
LinkedIn
WhatsApp
Email