Inaugurada la sede de Cáritas arciprestal de Almazán

Cáritas arciprestal de Almazán cuenta desde el martes 24 de mayo con una nueva sede en el número 8 de la Plaza de Santa María de la villa adnamantina «adecuada para la acogida y el trato de tanta gente que necesita ayuda», afirmó Julián Ortega Peregrina, uno de los párrocos de Almazán. Las instalaciones fueron inauguradas y bendecidas por el Administrador diocesano, Gabriel-Ángel Rodríguez Millán, «orgulloso de que este sea mi primer acto oficial como Administrador», que estuvo acompañado por los dos párrocos «in solidum», el director diocesano de Cáritas así como con una treintena de voluntarios encargados del ropero, de recoger mobiliario o de la acogida con los que cuenta Cáritas en la localidad.

La nueva sede dispone de una almacén, 2 despachos para la acogida y la atención personalizada, 1 sala de reuniones así como baño y cocina. El piso que acoge las instalaciones ha sido cedido por el Obispado de Osma-Soria y las obras de rehabilitación han sido sufragadas por Cáritas diocesana.

Tras los saludos y las palabras de bienvenida de F. Javier Ramírez de Nicolás, director diocesano de Cáritas, tomó la palabra el Administrador diocesano. En su alocución, Rodríguez Millán se interrogó acerca de lo que «nos diferencia o nos debería diferenciar de una ONG». «Un cristiano, dijo, se siente tan urgido por la miseria moral de tantas personas que viven alejadas de Dios que convierte su acción caritativa en signo de fe y anuncio del Evangelio. Ante tantos alejados de Dios e incrédulos, Cáritas es signo del amor de Dios que se hace realidad en todos y de manera especial en el servicio a los más pobres». «Cáritas es Cristo entregado, es la Iglesia ofrecida y que se regala a los más débiles», afirmó.

A los voluntarios les recordó que «un voluntario de Cáritas siempre se acerca al otro sabiendo que es Cristo, con lo que esto supone de amar y venerar al hermano, y le ayuda sin perder jamás de vista los mandamientos y las obras de misericordia tanto espirituales como corporales. Un voluntario de Cáritas sabe que amar de verdad al hermano es ayudarle a vivir según el Evangelio en las cosas pequeñas y en las grandes, en cada circunstancia de la vida». Además hizo una llamada para evitar que el trabajo de los voluntarios se vuelva activismo «si no se basa en Cristo y se nutre del mismo Señor». «Sin Él no seríamos más que activistas filantrópicos pero no hermanos en Cristo de los otros. Aparentemente es lo mismo pero somos otra cosa», recalcó.

«Siempre he entendido Cáritas así», confesaba, «conociendo las miserias materiales y espirituales de las personas, sabiendo que la primera pobreza es la no presencia de Dios en sus vidas. Es regalar al hermano el amor de Cristo que puede concretarse en una bolsa de comida, una ayuda material, buenos consejos y un estar con él desde nuestro ser creyentes, cosa que se nota. Es ser testigos ante el mundo de cómo Cristo nos impulsa a la tarea. Es sabernos necesitados de su gracia para seguir adelante». Y concluyó: «¡Por supuesto que en Cáritas necesitamos técnicos, programas, profesionales! Pero no nos basta. No somos una ONG. Ojalá la nueva fase que se abre para esta Cáritas arciprestal sea un buen revulsivo para actualizar la esencia del servicio que presta la Iglesia a través de todos vosotros».

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