Institución de acólitos

El domingo 3 de diciembre a las 17 h., en la parroquia de Santa Bárbara (Soria), Mons. Abilio Martínez Varea presidirá la Santa Misa en la que los dos seminaristas mayores serán instituidos en el ministerio del acolitado.

Ofrecemos aquí sus testimonios.

Ternura, amor maternal y temor reverencial

El 3 de diciembre seré instituido acólito: se me confiará la misión de ayudar a los sacerdotes en el servicio del altar, distribuir la comunión y llevársela a los enfermos. Al ir acercándose la fecha me voy dando cuenta de que este nuevo paso hacia el sacerdocio ordenado es un regalo, ciertamente, pero no un regalo de los que uno se guarda para sí mismo; es un regalo para toda la comunidad cristiana, especialmente para sus miembros más débiles. Hace unos días visitaba a un enfermo paliativo; lo encontré hecho una bola en la cama, apenas articulaba palabra pero, en una persona anciana, tan frágil y delicada, me sorprendieron sus ojos… ¡Qué mirada tan expresiva, tan llena de vida, tan de niño! Y, de repente, me invadió un temor reverencial porque supe que ese cuerpo maltrecho era la manifestación de toda una persona; es un milagro poder contemplar en un solo golpe de vista la fuerza y las maravillas de toda una vida humana.

Hoy me he dado cuenta de que ese temor reverencial es el mismo que uno experimenta ante Jesús-Eucaristía. Entonces supe por qué, ante el enfermo, sentí temor reverencial y, al mismo tiempo, brotaron la ternura y un amor como de madre. Se me descubrió de manera casi palpable que también Dios se había encarnado por él y eso lo convertía en alguien de un valor infinito simplemente por ser la persona que es él. Que su cuerpo fuera un cuerpo maltrecho hacía brillar aún más -si cabe- ese valor infinito. Ternura, amor maternal y temor reverencial: caridad. Es la caridad que brota del misterio del Dios encarnado, la caridad que mana de Jesús-Eucaristía, a quien ahora la Iglesia me regala servir en el altar y, con ese regalo, me invita a esforzarme más para vivir como Jesús-Eucaristía, que se parte y se reparte sin medida.

José Antonio García Izquierdo

Alegría y vértigo

¡Queridos amigos! Con gozo y alegría os hago participes de que el domingo 3 de diciembre seré instituido en el ministerio del acolitado de manos de nuestro Obispo Abilio. Sólo han pasado 5 meses y 8 días desde que recibí el ministerio de lector y el Señor de nuevo sale a mi encuentro con este regalo que me hace la Iglesia. En aquella ocasión decía que lo recibía con temor y temblor ante la responsabilidad que se me venía encima; en esta ocasión he de confesar que, junto con la alegría por este ministerio que voy a recibir, siento algo de vértigo, vértigo por la mayor responsabilidad que recibo pues seré ministro del altar y entre las tareas que he de desempeñar se encuentra la de exponer el Santísimo y distribuir la Eucaristía. Se mezclan en mí sentimientos de indignidad con los de gozo por poder tener la tarea de llevar a Cristo Eucaristía a los demás, dado que este ministerio es por y para la Iglesia concretada en los hermanos. Sé que cuento con la ayuda del Señor en esta tarea que la Iglesia me confía; una vez más el Señor me alienta y me sostiene con su “te basta mi gracia”.

Jose María Cordero de Sousa

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