Jornada mundial del enfermo

El próximo 11 de febrero la Iglesia celebra la Jornada mundial del enfermo, en la Fiesta litúrgica de Nuestra Señora de Lourdes, por indicación de San Juan Pablo II hace ya 26 años. El tema central de la Campaña de este año: “Acompañar a la familia en la enfermedad”, con el lema bíblico «“Ahí tienes a tu hijo… Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa» (Jn 19, 21).

Este lema nos acerca claramente a una realidad: Toda persona normalmente vive en una familia y, cuando cae enferma, es toda la familia la que se ve afectada profundamente, ve alterado el ritmo de su vida, con lo que unas optan por sacrificar parte de su vida social y profesional para acompañar al familiar enfermo; otras lo abandonan o soportan como una carga. En toda esta situación también ella necesita, por tanto, atención y apoyo. Descubrimos que la familia tiene un papel insustituible en la atención integral al enfermo que conviene conocer, valorar y fomentar. Porque la familia cristiana ha de ser, también en esta situación, la Iglesia doméstica que acoge, consuela y alivia al enfermo en el nombre del Señor.

Queremos ampliar nuestra mirada más allá del enfermo, a su entorno familiar, con sus necesidades y como recurso fundamental para cada enfermo. ¡Qué gran papel el de la familia! ¡Qué difícil a veces! Debemos reconocer y valorar siempre su entrega, su testimonio, pero también cuidarles pues muchas veces necesitan apoyo, cercanía, escucha y ayuda para vivir de manera más sana, humana y cristiana la enfermedad de su ser querido. Ellos son el rostro diario de la misericordia junto al enfermo. Así, el Papa, en su Mensaje para esta Jornada, nos pide que no nos olvidemos nunca del papel de la familia: No podemos olvidar la ternura y la perseverancia con las que muchas familias acompañan a sus hijos, padres y familiares, enfermos crónicos o discapacitados graves. La atención brindada en la familia es un testimonio extraordinario de amor por la persona humana que hay que respaldar con un reconocimiento adecuado y con unas políticas apropiadas.

A los agentes de pastoral de la salud (Obispos, sacerdotes, laicos, profesionales sanitarios o voluntarios) se nos dice también en el Mensaje de este año: Por lo tanto, médicos y enfermeros, sacerdotes, consagrados y voluntarios, familiares y todos aquellos que se comprometen en el cuidado de los enfermos participan en esta misión eclesial. Se trata de una responsabilidad compartida que enriquece el valor del servicio diario de cada uno”. Sobre la Iglesia se afirma: La Iglesia debe servir siempre a los enfermos y a los que cuidan de ellos con renovado vigor […] Jesús entregó a la Iglesia su poder de curar. La tarea de la Iglesia, que sabe que debe mirar a los enfermos con la misma mirada llena de ternura y compasión que su Señor, responde a este don de Jesús. Y a las comunidades el Papa nos anima: La pastoral de la salud sigue siendo, y siempre será, una misión necesaria y esencial que hay que vivir con renovado ímpetu tanto en las comunidades parroquiales como en los centros de atención más excelentes”.

Que acertemos entre todos, sacerdotes y laicos, profesionales sanitarios y voluntarios, hospitales y comunidades religiosas, residencias de ancianos y parroquias de nuestra Iglesia diocesana, a acompañar y escuchar, atender y apoyar, conocer y fomentar la pastoral de la salud en medio de nuestros ancianos, enfermos y sus familias.

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