Cuarenta años del Camino Neocatecumenal en Ágreda

“El Señor ha estado grande con nosotros; por eso estamos alegres” (Sal 125, 3). El día 27 de enero celebramos en nuestra parroquia de Ágreda los 40 años de fidelidad de Dios con nosotros porque no se puede decir de otra manera. La celebración estuvo presidida por nuestro Obispo, D. Abilio, como señal de la Iglesia que durante estos 40 años ha confirmado el carisma del Camino Neocatecumenal en la Diócesis.

El 12 de octubre de 1977, Fiesta de la Virgen del Pilar, iniciaron las catequesis del catecumenado de adultos unos catequistas itinerantes del Camino Neocatecumenal; habían sido invitados por el párroco, D. Saturio Lapeña, acompañado por los coadjutores, D. José Jiménez y D. Santiago Mínguez. El sábado de la semana de la Inmaculada se celebró la primera Eucaristía que dio inicio a este camino de iniciación cristiana en Ágreda; lo formaban dos comunidades de 50 personas cada una acompañadas por D. Saturio, D. José y D. Santiago.

Las cosas importantes siempre son difíciles, sobre todo si están relacionadas con Dios y si nos sacan de la rutinas o de lo que estamos acostumbrados a hacer. Había mucho entusiasmo y ganas de descubrir aquello que nos habían anunciado: “¡Dios te ama como eres!”. ¿Quién te puede querer así? Y eso, poco a poco, se hizo realidad. ¿Quién puede perdonarte los pecados y, no sólo eso, morir por ellos? Eso es lo que experimentaron los pobres de las barracas de Palomeras Altas, en Madrid, cuando Kiko Argüello se fue a vivir con ellos, a ejemplo de Charles de Foucauld, para descubrir entre los pobres a Cristo, sin más pretensiones. El tiempo y la curiosidad hicieron que aquellas personas pobres (prostitutas, drogadictos, gitanos y quinquis) se interesasen por la Palabra de Dios e hizo que esas personas, a los que les habían robado la dignidad, la descubriesen y se sintieran hijos de Dios amados por Él como eran.

Eso es lo que, en estos 40 años, nosotros hemos descubierto; por eso hemos podido abrirnos a la vida, vivir en la castidad, consagrarnos al Señor, descubrir la vocación al sacerdocio en los Seminarios misioneros o vivir como misionera en Méjico, Japón, Mongolia o Vietnam, consagrar la vida a la contemplación en un monasterio o ayudar en Israel a la administración en la Domus Galileae, evangelizando en la zona árabe y, sobre todo, hacer presente a Jesucristo en este mundo confundido por las nuevas ideologías que llevan al relativismo y al “buenismo” sin tener en cuenta la verdadera misión del hombre en la tierra: hacer presente a Dios. “Lo que gratis habéis recibido, darlo gratis” (Mt 10, 8).

En estos días vienen al recuerdo tantas personas que, con su carisma de catequistas, nos han ayudado a caminar, iluminando nuestra historia con su predicación y con su propia vida; hermanos que ya han pasado al Padre o que están enfermos; algunos que se quedaron a mitad del camino y otros tantos que, por razones de trabajo o estudios, tuvieron que marchar a otras ciudades donde han seguido caminando e integrándose en las parroquias en las que existe esta realidad y donde se han sentido acogidos.

Es muy difícil en unas pocas líneas resumir lo que están siendo estos cuarenta años porque la historia que Dios hace con cada uno es muy grande y está llena de acontecimientos que sería imposible relatar, que no siempre es fácil vivir en un pueblo y que hace tu experiencia con Dios más interesante y sorprendente.

Para terminar no podríamos dejar de destacar la presencia de la Virgen en todos estos acontecimientos; Ella siempre nos quiere llevar a hacer lo que nos diga Cristo. Inspiró a Kiko Argüello hacer comunidades cristianas como la Sagrada Familia de Nazaret que vivan en humildad, sencillez y alabanza donde el otro es Cristo. ¡Qué regalo saber que la primera parroquia de nuestra Diócesis con el Camino haya sido una Basílica mariana!

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