Una iglesia restaurada

Hace pocos días el pueblo de La Póveda celebró con gozo y alegría la terminación de la obra de restauración integral de su templo parroquial de El Salvador. El templo lucía con todo su esplendor: su nave y capilla recién pintadas, nueva instalación eléctrica y equipo de sonido, etc.

Se llegaba a este momento tras un largo proceso que empezó con la restauración de la nueva cubierta con sólida estructura de hierro y madera, que daba vida al edificio salvándolo de la ruina. La obra la inició el P. Félix Rubio OFM, ya fallecido, y la concluyó D. Teodoro Vallejo en los primeros años del S. XXI. El templo seguía teniendo problemas graves de humedad en el muro del norte que, al no expulsar el agua, iba filtrándose al interior y afectando a la pintura. Pues bien, gracias al empuje e ilusión del pueblo dispuesto a colaborar nos lanzamos a la obra de eliminación de humedades tratando la galería ya antigua que circunda la pared y que estaba obstruida. Se pintó toda la iglesia de nuevo.

Toda esta obra ha sido posible gracias a la colaboración entre instituciones como el Obispado, la Diputación provincial y la parroquia del pueblo; así, de un total de 69.667€, la parroquia ha contribuido con un 25% gracias a la colaboración de la Cofradía de la Veracruz, la Asociación de amigos de La Póveda y más de 50 donativos de vecinos del pueblo que viven aquí o que están fuera.

La Eucaristía, presidida por nuestro Obispo, fue una verdadera acción de gracias. Junto a D. Abilio concelebraron D. Felipe, párroco de San Leonardo e hijo del pueblo de la Poveda, D. Teodoro Vallejo, D. Martín Zamora y su párroco actual D. Francisco Javier Santaclotilde.

Todavía queda una deuda por pagar pero sabemos que, cuando un pueblo quiere y valora sus cosas, la van a superar como les animó D. Abilio a hacerlo. Sólo hace falta un sentido y memoria del pasado, nuestros padres y abuelos que nos dejaron estos tesoros y que nosotros tenemos el compromiso de cuidarlos y trasmitirlos a las futuras generaciones. Por eso, felicitamos a este pueblo que sabe salir adelante con los problemas que se le presentan. Decía María Dolores Pradera, recientemente fallecida, en la Canción de las cosas simples: “Uno siempre vuelve a los viejos sitios donde amó la vida y entonces comprende cómo están de ausentes las cosas queridas”. Pues los viejos sitios de este pueblo son su iglesia, sus casas bien remozadas, su frontón, su camposanto, el barrio somero y el barrio de abajo, sus balcones y ventanas en los que lucen geranios de un rojo encendido, los crisantemos, las azucenas, los rosales de tantos colores y olores que hacen decir a los extraños. ¡Qué bonito es este pueblo!

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