Castejón del Campo, un pueblo vaciado, ha sido capaz de juntarse para vivir y celebrar la fe de sus mayores. Ante la ausencia del sacerdote y la ministra de la Palabra, que por su enfermedad no ha podido asistir, hombres y mujeres que en esos días han hecho acto de presencia han participado en los ritos religiosos. Jueves Santo vistiendo a la Virgen y recordando la Cena del Señor; Viernes Santo con la lectura de la Pasión y la adoración de la Santa Cruz; el Domingo de Pascua, tras la celebración de la Palabra, Madre e Hijo salieron a encontrarse. Después de quitarle el manto, prosiguió la procesión con gozo y alegría cantando el Gloria y, al final, la Salve. ¡Qué guapa estaba la Virgen el Domingo de Resurrección! Que Ella nos colme a todos con sus gracias y bendiciones. Esto lo ha hecho posible Ana, líder nata e instrumento dócil en las manos del Señor, porque donde hay amor, fe, ilusión y entusiasmo fluyen fuerzas con esperanza.
Ha sido en Castejón del Campo donde se han hecho realidad las palabras del Papa Francisco: “Si los jóvenes supiesen y los ancianos pudiesen, no habría cosa que no se hiciese”. Se hizo y se acabó compartiendo unidos en el Centro social un vermut.