La Diócesis de Osma-Soria invita a tocar las campanas en estos momentos de dolorosa experiencia ciudadana y eclesial a la que nos ha llevado la pandemia del coronavirus. Se una así a la Comisión ejecutiva de la Conferencia Episcopal Española que, en una carta hecha pública el pasado domingo, invita “a todas las Diócesis que lo consideren oportuno a que a la hora del Ángelus suenen las campanas de nuestros templos para invitar a orar a quienes permanecen en casa y hacer llegar, a quienes sirven y trabajan, la ayuda del Señor y el agradecimiento de la Iglesia”.
Además del agradecimiento, las campanas sonarán para orar por los contagiados por el coronavirus y por sus familiares, por los que permanecen en cuarentena y por aquellos enfermos que ven afectada su atención ordinaria por la prioridad de atajar la pandemia, así como por los trabajadores de los servicios sanitarios, por los equipos de emergencias, por los de Protección civil y por las Fuerzas de seguridad del Estado; igualmente, por los responsables y voluntarios de la pastoral de la salud, por las personas de riesgo, por los padres, madres, abuelos y educadores, por los que están viviendo estos duros momentos en soledad, por quienes carecen de hogar o de lo imprescindible para vivir, por las autoridades públicas, por los sacerdotes y por los monasterios de vida contemplativa, “que con su oración y entrega siguen dando esperanza a todos los ciudadanos”.
En nuestra Diócesis se invita a los sacerdotes a hacer sonar las campanas de los templos los sábados 21 y 28 de marzo a las 12 h., hora del Ángelus, “para mostrar nuestro agradecimiento y fraterna solidaridad y orar”. Y se propone que, como conclusión del Ángelus, se recite estos días y a esa hora la oración del Papa Francisco pidiendo a Dios el final de esta pandemia:
“Oh María, tú resplandeces siempre en nuestro camino
como signo de salvación y de esperanza.
Nosotros nos confiamos a ti, Salud de los enfermos,
que bajo la cruz estuviste asociada al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe.
Tú, Salvación de todos los pueblos, sabes de qué tenemos necesidad
y estamos seguros que proveerás, para que, como en Caná de Galilea,
pueda volver la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre y a hacer lo que nos dirá Jesús,
quien ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos
y ha cargado nuestros dolores para conducirnos, a través de la cruz,
a la alegría de la resurrección.
Bajo tu protección buscamos refugio, Santa Madre de Dios.
No desprecies nuestras súplicas que estamos en la prueba
y libéranos de todo pecado, o Virgen gloriosa y bendita”.