Este año, el velo de Pasión de la Catedral de El Burgo de Osma no será retirado en la noche de la Vigilia Pascual. La pandemia del Covid-19 ha afectado, como no puede ser de otro modo, a las celebraciones litúrgicas de estos días; por eso, mañana no podrá ser contemplado este impresionante momento que, cada año, sobrecoge el corazón de los burgenses.
El Sábado Santo por la noche tiene el acto litúrgico más importante de todo el año, la Vigilia Pascual. En la Catedral de El Burgo de Osma, un momento realmente conmovedor es la retirada, a los sones del Gloria in excelsis Deo interpretado por el orfeón y el repique de campanas que anuncia la Resurrección, del velo de Pasión del S. XVI mandado hacer por el Obispo Acosta que, durante el Triduo pascual, oculta el espléndido retablo mayor renacentista tallado por Juan de Juni y Juan Picardo.
El velo de Pasión de la Catedral, anónimo aunque atribuido por algunos a Juan de Navarrete “el mudo”, reproduce un retablo fingido dedicado a la Pasión de Cristo; en él, con asombrosa habilidad, el artista recreó un retablo clasicista.
El origen de estos velos o sargas, también así denominados, hay que buscarlo a mediados del S. XVI cuando la Iglesia Católica reaccionó ante la crisis protestante con la Contrarreforma. Esta reacción, que tuvo como aconteciendo central el Concilio de Trento, intentó reafirmar todos aquellos aspectos que diferenciaban la Iglesia Católica de las ideas luteranas. La arquitectura, la escultura y la pintura se adaptaron a los nuevos tiempos: si los templos protestantes destacaban por su austeridad y desnudez, los católicos se llenaron de obras de arte cada vez más complejas con el fin de mover a la devoción a un fiel, impresionado por lo que oía, veía y sentía en el interior de las iglesias; de este modo se comprende el uso de los velos de Pasión.