Crónica de la Ordenación episcopal y entrada en Soria

Un atronador aplauso y el repicar de las campanas de la torre de la Catedral anunciaban que la Diócesis de Osma-Soria ya tenía nuevo Obispo; eran las 12.30 h. del sábado 11 de marzo. Una hora y media antes el todavía Obispo electo había sido recibido al inicio de la c/ Mayor de la Villa episcopal por el Administrador diocesano, el Nuncio de Su Santidad en España, Mons. Renzo Fratini, el Arzobispo metropolitano de Burgos, Mons. Fidel Herráez Vegas, así como por la corporación municipal del Ayuntamiento de El Burgo de Osma-Ciudad de Osma junto a decenas de burgenses. Tras recorrer la c/ Mayor entre los sones de la Banda de música, en la puerta de la Catedral, el Nuncio lo presentó a los fieles congregados en el templo; desde ahí, Mons. Martínez Varea, tras venerar el Lignum Crucis y asperjar a los presentes con el agua bendita, se recogió en oración en la capilla del Santísimo Sacramento. Eran los momentos previos al comienzo de la Santa Misa.

Al inicio de la ceremonia, el Nuncio del Papa animó al nuevo Obispo a “hacer unidad por el amor, ayudando a que Dios esté más presente en la vida de los fieles” y le exhortó a trabajar en el “fomento de las vocaciones sacerdotales”. Tras la Liturgia de la Palabra comenzaba la Liturgia de la Ordenación episcopal con la invocación del Espíritu Santo, la presentación del Obispo electo y la lectura de la Bula pontificia con el nombramiento de Mons. Martínez Varea como Obispo oxomense-soriano que leyó David Gonzalo Millán, Secretario General del Obispado, tras ser mostrada al Colegio de Consultores.

En su homilía, Mons. Herráez Vegas recordó al Obispo electo cómo “la fidelidad de Dios, como nos recuerda el Papa Francisco, se manifiesta como fuerza, ternura y misericordia; de ahí brotará el aliento de tu nuevo ministerio”. “La comunión y la misión evangelizadoras son el tesoro que debes guardar, querido Abilio, en la Iglesia que el Señor te confía. Es el «ministerio de amor» (officium amoris), según lo definía San Agustín (In Io. 123, 5), que realizarás como compromiso de fidelidad y de servicio. Vas a ser consagrado por el Espíritu Santo para ser don de Dios, don que no te pertenece pues es don para esta Iglesia de Osma-Soria que hoy te recibe con los brazos abiertos”, afirmó. El Arzobispo metropolitano pidió al nuevo Obispo ser padre “con un corazón grande y sensible, la mano tendida y el diálogo abierto ante quienes más lo necesitan: los más desfavorecidos y los más alejados de Dios […] También hoy seguirás encontrando ese tesoro en los rostros desfigurados por la miseria, en las llagas de tantas vidas heridas o fracasadas, en las víctimas de injusticias intolerables, en la impotencia y tristeza de nuestro mundo rural despoblado y envejecido”.

Y terminó recordando: “Ser pastor con el estilo de Jesús, amando con su propio amor a los fieles que te confía, significa empeño, trabajos, solicitud y entrega sin reservas de la propia vida. Significa ser signo efectivo de su cercanía, sembrador de esperanza y misionero de su misericordia. Significa servir, ante todo servir; éste es el fin de todo ministerio en la Iglesia y, muy especialmente, del ministerio del Obispo: ser servidor humilde y fiel de Jesucristo y de su Iglesia; y ser servidor del pueblo que se le ha encomendado: servidor de la fe, de la verdad, de la comunión, de la caridad evangelizadora, de la reconciliación, de la esperanza, de la paz”.

Tras la homilía, el Arzobispo de Burgos interrogó a Mons. Martínez Varea y éste se postró mientras toda la asamblea invocaba a los santos para que intercedieran por el nuevo Obispo. Llegaba así el momento culminante de la ceremonia: la imposición de manos del Obispo ordenante así como de todos los Obispos presentes en el templo catedralicio, a la que siguió al plegaria de Ordenación. Ya ordenado Obispo, Mons. Herráez Vegas ungió la cabeza del nuevo Obispo con el santo crisma y le entregó los Evangelios y las insignias episcopales: el anillo, la mitra y el báculo.

Mons. Martínez Varea se dirigió a la cátedra y se sentó; de este modo tomaba posesión de la Sede oxomense-soriana entre el aplauso emocionado de los más de 1.400 fieles que abarrotaban el templo y el claustro. Inmediatamente, el nuevo Obispo de Osma-Soria abrazó a sus hermanos Obispos y recibió el saludo del que hasta ese momento había sido Administrador diocesano, Gabriel-Ángel Rodríguez Millán, quien, en sus palabras, dio la bienvenida a Mons. Abilio “como guía, padre y pastor”, y le agradeció poner su fe, sus fuerzas y su dilatada experiencia al servicio de nuestra Diócesis”. “Frecuentemente he acogido la voz preocupada de muchos fieles que han subrayado la frecuente alternancia de pastores en nuestra Diócesis. A pesar de ello, una constatación podemos los sorianos hacer con ánimo sereno: el hecho de que nuestra Diócesis viva con asiduidad estos cambios en su guía pastoral no hace palidecer la alegría y la belleza del encuentro con quien viene en el nombre del Señor para abrazar una misión de servicio en espíritu de fe y amor”, aseguró.

A las palabras del Administrador diocesano siguió un gesto sumamente simbólico: el saludo de algunos fieles a su nuevo pastor. Hasta la cátedra se acercaron dos sacerdotes del presbiterio diocesano (el párroco de El Burgo, Alberto de Miguel Machín, y el último sacerdote ordenado, Pedro L. Andaluz Andrés), dos miembros de la vida consagrada (la presidenta de la CONFER diocesana y la superiora de la Residencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados), una familia burgense (David y Vicky, profesora del Seminario, con sus dos hijos) y dos jóvenes de la Diócesis.

Tras la Liturgia eucarística y antes de terminar la celebración, el nuevo Obispo recorrió la nave central de la Catedral bendiciendo a los fieles acompañado por el Arzobispo de Zaragoza, Mons. Vicente Jiménez Zamora, y el Obispo de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente, ambos sorianos. Después pronunció sus primeras palabras como nuevo prelado de la Sede oxomense-soriana, impartió la bendición final y saludó a todos los presentes.

Entre las autoridades religiosas presentes se encontraban 2 Cardenales (Valladolid y Madrid), el Nuncio de Su Santidad en España, 8 Arzobispos (Toledo, Pamplona, Castrense, Oviedo, Mérida-Badajoz, Zaragoza, Burgos y Barcelona) y 23 Obispos (Sigüenza-Guadalajara, Salamanca, Segovia, Ávila, Segorbe-Castellón, Santander, Tenerife, Cuenca, Zamora, Coria-Cáceres, Bilbao, Ciudad Real, auxiliar de Barcelona, Calahorra y La Calzada-Logroño, Huesca y Jaca, Tarazona, Astorga, Vitoria, auxiliar de Valladolid, Palencia, auxiliar emérito de Toledo, emérito de Ciudad Real y emérito de Barbastro-Monzón). También participaron en la Ordenación el Obispo electo de Plasencia, el Abad del Monasterio de Santa María de Huerta, el Secretario General de la Conferencia Episcopal Española, los priores de los Monasterios de Silos, la Vid y Valvanera además de numerosos Vicarios Generales, entre otros.

Numerosa fue la representación de otras instituciones: el Alcalde de El Burgo de Osma junto a varios concejales de la Corporación, la Consejera de Cultura y Turismo del Gobierno de Castilla y León, el Presidente de la Diputación provincial de Soria, el Delegado territorial de la Junta de Castilla y León en Soria, la Subdelegada del Gobierno en Soria, el Presidente del Gobierno de La Rioja junto a dos Consejeros, la Alcaldesa de Autol, varios Diputados y Senadores nacionales así como los máximos representantes de la Policía Nacional y la Guardia Civil en Soria, el Director provincial de Educación y representantes de medios de comunión de la provincia de Soria.

Cuarenta personas, en su mayoría jóvenes, colaboraron como voluntarios para que la ceremonia se desarrollara con normalidad; por otro lado, más de 80 personas de cuatro corales fueron las encargadas de la interpretación musical en la ceremonia, dirigidas por Raúl Stoduto García: la Coral “Federico Olmeda” (El Burgo de Osma), la Coral “Villa de San Esteban” (San Esteban de Gormaz), la Coral Berlanguesa (Berlanga de Duero) y el Orfeón “Hilarión Eslava” (El Burgo de Osma). El organista fue el presbítero David Igualador Martínez.

Primera Misa en Soria

Más de mil personas participaron en la Santa Misa que, por primera vez, presidió el Obispo en la Concatedral de San Pedro al día siguiente de su Ordenación. Un templo abarrotado de fieles recibió al Obispo con un aplauso tras ser saludado por el cabildo en la puerta. En su homilía, Mons. Martínez Varea afirmó, citando a Abrahám, que “a Dios no hay quien le gane en generosidad pues, el que se confía a Él, no queda defraudado” y, citando a Benedicto XVI, recordó que “la evangelización debe provocar el encuentro con Jesucristo; nuestras programaciones y objetivos servirán en cuanto consigamos ponernos nosotros y poner a los demás frente a Jesús, mostrar su rostro en el amor a la Eucaristía”.

Tras agradecer “el gran regalo de Cristo a su Iglesia” que es “la presencia de las HH. Clarisas en esta ciudad de Soria con la Adoración perpetua”, animó a los presentes “a salir sin miedo a la calle a predicar y dar testimonio de la fe”, y concluyó: “Queridos diocesanos de Soria, no tengamos miedo, sólo miedo a no dar testimonio, a no ser fieles a Jesús”.

Por su parte, el abad de la Concatedral, Jesús Muñoz de Miguel, en sus palabras de bienvenida, expresó la “inmensa alegría de recibirle como al que viene en el nombre del Señor porque el rebaño no está bien sin pastor”. “Usando el símil de pastor-ovejas no creo que seamos ovejas que se van a los trigos; más bien podemos tener la tentación de ser ovejas que se adormecen y necesitan que el pastor las despierte y las anime con ánimos renovados y la cercanía del pastor con olor a oveja”, afirmó.

Al término de la Santa Misa, que fue amenizada por la Capilla musical de la Concatedral y contó con la colaboración de un grupo coral compuesto por miembros del Coro del Campus Universitario y otros coreutas reunidos para la ocasión, el Obispo fue saludado por todos los fieles al pie del altar mientras se cantaba el himno a San Saturio, patrono de la ciudad de Soria.

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