Crónica de la visita del Icono «Sancta María Sedes Sapientie» a la Diócesis de Osma-Soria

Los pasados días 17, 18 y 19 de octubre nuestra Diócesis, y en concreto la ciudad de Soria donde se han llevado a cabo todos los actos programados, ha tenido la suerte de recibir la visita del llamado Icono de los universitarios, una representación de la Santísima Virgen bajo la advocación de «Trono de la Sabiduría». El Icono, obra del jesuita Marko Iván Rupnik, fue entregado en el año 2000 por el Papa, hoy beato Juan Pablo II a los centros de educación superior de todo el mundo como expresión de la cercanía de María a los universitarios. Fue deseo del mismo Papa que el Icono peregrinara por todos ellos.

Con motivo de la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) el pasado mes de agosto en Madrid, el Icono de los universitarios se encuentra durante este año 2011 viajando por las universidades de España; por eso la Delegación de pastoral universitaria de Osma-Soria consideró oportuno recibir el Icono y celebrar una serie de actos en torno al mismo. La visita era una gran oportunidad que no sabemos cuándo y si se volverá a repetir.

En la carta circular que el delegado redactó informando a la Diócesis y a sus agentes pastorales de este evento se decía: «Los actos programados están abiertos a toda la comunidad cristiana, excepto el primero de ellos (un acto académico) que está orientado específicamente a la comunidad universitaria. Queremos que la visita del Icono sea provechosa para todos. Os invito a que participéis en los diversos actos, en la medida de vuestras ocupaciones, y que los ofertéis a vuestra gente, en especial a los jóvenes. Todos están invitados». Se ha tratado, por lo tanto, de dar cumplimiento al deseo del Papa al regalar este Icono, haciendo partícipes también de esta bendición a los que no pertenecen directamente a la comunidad universitaria.

Han sido unos días de gracia en los que Dios se ha vuelto a mostrar siempre mayor que nuestros mezquinos corazones y todo a través de María. Con ilusión se han llevado a cabo todos y cada uno de los actos programados.

El primer día de la visita se inició con un acto académico llevado a cabo en un aula del Campus «Duques de Soria». A modo «cenáculo» se reflexionó sobre el mensaje que el Papa pronunció a los profesores universitarios, en la Basílica de San Lorenzo del Escorial con motivo de la JMJ de Madrid. Ya por la tarde, en la iglesia de San Juan de Rabanera, nuestro Obispo presidió la Santa Misa en memoria del beato Juan Pablo II, que tanto tiene que ver con el Icono que nos ha visitado, haciendo así la recepción oficial del Icono. El primer día concluyó con la oración del Santo Rosario en la iglesia del Carmen, donde acompañados de la comunidad de PP. y MM. Carmelitas, elevamos esta oración tan querida por la Virgen. El Icono pasó la noche en el Convento de las MM. Carmelitas, acompañado en oración por estas almas consagradas.

El segundo día de la visita fue el más intenso. Durante toda la mañana el Icono fue visitando los diversos Colegios concertados de la ciudad de Soria: «Sagrado Corazón», de las Hijas de la Caridad; «San José», de los PP. Franciscanos; «Ntra. Sra. del Pilar», de los PP. Escolapios, y «Santa Teresa de Jesús», de las MM. Escolapias. Cada Centro preparó una bonita recepción, intercalando la oración y el anuncio de la Buena Noticia; niños, adolescentes y jóvenes preuniversitarios pudieron contemplar el Icono y orar delante de él. Cerca de 1300 alumnos pertenecientes a estos Colegios le dieron la bienvenida al Icono. Fue una mañana preciosa, en la que la ilusión desbordaba en quienes lo contemplaban.

Ya por la tarde, en el Centro Cultural «Gaya Nuño», se llevó a cabo un recuerdo testimonial sobre la JMJ de Madrid. Jóvenes y otros que habían participado en este evento hablaron sobre su vivencia personal y dieron testimonio sobre aquellos días de celebración y alegría en torno a Cristo, fundamento de nuestra fe.

La Santa Misa de este día se celebró en la parroquia de El Salvador, presidida también por Mons. Melgar Viciosa. Se celebró la fiesta de San Lucas, el evangelista mariano por excelencia. Y el día terminó, ya bien entrada la noche, con el rezo del «Via Lucis» («Camino de la Luz») en la iglesia de Santo Domingo, donde las HH. Clarisas participaron haciendo de este momento una oración hermosa y llena de esperanza en lo que meditábamos: «Jesucristo ha resucitado y se ha aparecido a Simón Pedro». Todo el «Via Lucis» estuvo empapado, cual lluvia fina, de la presencia de María. Allí estaba ella: en cada misterio contemplado, en cada reflexión pronunciada, en cada uno de nuestros corazones. El Icono pasó su segunda noche acompañado en oración por las HH. Clarisas quienes habrán orado, seguro, por quienes no han tenido tiempo de aprovechar la ocasión y orar delante del Icono. ¡Es el misterio de la comunión eclesial!

El último día de la visita fue una mañana dedicada a la oración personal. Con esta intención el Icono permaneció expuesto en la iglesia de Santo Domingo hasta su partida a Madrid. A las tres de la tarde -con la oración litúrgica de nona- tuvo lugar la despedida. Una sencilla reflexión, que fue un recoger agradecido sobre lo vivido durante estos días, ayudó a los asistentes a fijar de nuevo los ojos en Santa María, «ancla de esperanza», en un mundo tantas veces zarandeado por estar lejos de Dios.

«No tienen vino» fue la frase de preocupación de María en las bodas de Caná. También durante estos días me he imaginado a la Virgen presentando la misma súplica. Y hemos podido escuchar también de sus labios aquella otra: «Haced lo que Él os diga». Y así lo queremos hacer: queremos poner nuestra mirada en Jesús, el Tesoro escondido que hemos encontrado, la perla preciosa por la que hemos dejado todo lo que teníamos para comprarla. La última palabra es siempre de esperanza: nada ni nadie nos lo quitará.

Sólo me queda agradecer el trabajo y esfuerzo empleados a todos los que han colaborado en la programación de los actos; felicitar a quienes han participado en ellos; y a todos dirigir una súplica: encomendad, pedid, por toda la comunidad universitaria de Soria.

Y digo: «Somos unos siervos inútiles; no hemos hecho más que lo que teníamos que hacer». ¡Claro que sí! Aquí dejo escrita la medición, el «chronos» de estos días, consciente de que el tiempo huye en su finitud; en Dios deposito otra medición, la de la gracia, que no sabe de medidas humanas.

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