Crónica del retiro de la Renovación Carismática de la Diócesis

«Jesús bajó del cerro con ellos, y se detuvo en un llano. Se habían reunido allí muchos de sus seguidores y mucha gente de toda la región de Judea, y de Jerusalén y de la costa de Tiro y Sidón. Habían venido para oír a Jesús y para que los curase de sus enfermedades. Los que sufrían a causa de espíritus impuros, también quedaban sanados. Así que toda la gente quería tocar a Jesús, porque los sanaba a todos con el poder que de él salía» (Lc 6, 17-18)

Horas de Gracia y Paz. El sábado 6 de noviembre, los diferentes grupos de la Renovación Carismática de nuestra Dócesis se reunieron en un retiro espiritual en la iglesia de Santa María La Mayor de Soria, en el que llenaron sus corazones de la fuerza incomparable del Espíritu Santo.

Con las puertas de la iglesia abiertas de par en par, a las diez de la mañana comenzaron a reunirse los primeros asistentes, de Soria principalmente (por aquello de la cercanía), y empezaron la alabanza con cantos y guitarras mientras iban llegando los hermanos procedentes de Almazán y El Burgo de Osma, a los que se acogió con cariño y alegría. A medida que el número de los presentes aumentaba, la alabanza era más bella y más sonora, más firme y más uniforme. Las manos en alto, los corazones abiertos, todos dispuestos a recibir la llegada del más importante del encuentro, del imprescindible: el Espíritu Santo.

Acudió a la llamada y derramó Gracia y Misericordia sobre todos los hermanos reunidos en oración y alabanza, que con oraciones y cantos en lenguas hacían audible y visible su Presencia.

Tras aproximadamente hora y media de canto, adoración y alabanza, el padre Ángel Hernández, expuso una enseñanza cargada de unción y esperanza: la naturaleza del dolor, el porqué del sufrimiento, sus finalidades espirituales, el tratamiento del Amor como remedio para el sufrimiento y el dolor, la sanación espiritual y física, sus medios, la sanación interior, el perdón, el temor de Dios… Palabras de consuelo y de rearme, de ánimo, palabras para vivir en Cristo, para ayudar a dejarse llenar y guiar por el Espíritu, para comprender la Vida y entregársela a Dios para su Gloria.

A continuación siguieron unos momentos de oración íntima y personal, acompañados por el ministerio de música que no cesó de regalar canciones inspiradas y ungidas, y un largo y sentido momento de reconciliación, de confesiones, de oraciones de sanación por los hermanos.

A la una y media, todo el grupo se unió a la manifestación convocada por Soria Ya para alzar las voces por un futuro mejor para nuestra tierra.

Sobre las tres, ya de regreso, en los salones parroquiales tuvo lugar la comida que fue un rato de descanso para compartir, hablar, retomar fuerzas, reír. De nuevo, por la tarde, siguió la alabanza y la oración. En todo momento la Gracia era desbordante y la unidad en el Espíritu se palpaba en el ambiente.

A las cinco y media tuvo lugar la celebración de la Eucaristía. El padre Javier Ramírez pronunció una homilía-testimonio fascinante y auténtica en la que contaba su experiencia de Vida en el Espíritu. Tras ella algunos hermanos recibieron el mejor regalo: la Efusión del Espíritu Santo. Los sacerdotes y los demás hermanos oraban unos por otros y todos unidos disfrutaban de Su presencia.

Celebrada la Eucaristía, después de haber visto a Jesús resucitado y presente y haber recibido su Alimento, a las siete y media llegó la hora de la despedida. La despedida dejaba ver sonrisas, felicidad y paz reflejadas en las caras de los hermanos que habían compartido el día en intimidad con el Señor. Sólo Él sabe todo lo que obró en esos corazones rendidos y entregados a Él. Los que tuvimos el privilegio de vivir y experimentar este maravilloso día de encuentro con el Señor, sólo podemos dar gracias a Dios por su Amor. A él todo el honor, el poder y la gloria por siempre.

‘Te alabo porque estoy maravillado,

porque es maravilloso lo que has hecho.

¡De ello estoy bien convencido!’ (Salmo 139, 14)

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