El cardenal Ciriaco María Sancha y Hervás, «padre de los pobres», fue beatificado el domingo 18 de octubre en Toledo en una ceremonia presidida por el prefecto de la Congregación vaticana para las Causas de los Santos, monseñor Angelo Amato, quien, en representación del papa Benedicto XVI, ofició la ceremonia y aseguró en su homilía que el ahora nuevo beato es una «auténtica obra de arte de la gracia divina».
La catedral de Toledo, catedral Primada de España, acogió esta ceremonia que congregó a miles de fieles y que fue concelebrada por el actual prelado toledano, D. Braulio Rodríguez, y otros cinco cardenales: D. Francisco Álvarez Martínez, arzobispo emérito de Toledo; D. Antonio Cañizares, prefecto de la Congregación vaticana para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos; D. Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española; D. Agustín García Gasco, arzobispo emérito de Valencia; y el arzobispo de Santo Domingo (en República Dominicana) y primado de América, Nicolás de Jesús López Rodríguez.
Junto a ellos, concelebraron cerca de cincuenta obispos españoles y de otros países relacionados con el nuevo beato como D. Gerardo Melgar Viciosa, Obispo de Osma-Soria; D. Jesús García Burillo, Obispo de Ávila; o D. Carlos Osoro Sierra, arzobispo de Valencia; así como cerca de doscientos sacerdotes.
En el acto de beatificación también estuvieron presentes el rector y los formadores del Seminario diocesano “Santo Domingo de Guzmán”, así como los seminaristas del Seminario menor y mayor. Fue en el Seminario de la entonces Diócesis de Osma donde el nuevo beato realizó sus estudios, ejerció como profesor y donde se preparó para recibir la ordenación sacerdotal en 1858.
Igualmente asistieron algunas autoridades civiles, entre ellas el presidente del Congreso de los Diputados, José Bono; el presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, José María Barreda; la presidenta del PP en Castilla-La Mancha y secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal; el alcalde de Toledo, Emiliano García-Page; o el presidente de la Diputación Provincial, José Manuel Tofiño.
La ceremonia, que dio comienzo a las diez de la mañana y se prolongó durante dos horas, se inició con el Rito de Beatificación en el que el arzobispo de Toledo junto al postulador de la causa, pidió se que procediera a la beatificación del cardenal Sancha.
En ese momento, el representante del Papa, monseñor Angelo Amato, dio lectura a la Carta Apostólica por la que el Sumo Pontífice inscribió en el Libro de los Beatos al cardenal Ciriaco María Sáncha y Hervás, concediéndole de esta forma el título de beato para que se pueda celebrar «desde ahora en adelante su fiesta, el 25 de febrero de cada año, día de su nacimiento para el cielo, en los lugares y según las reglas establecidos por el derecho».
Tras la beatificación, las reliquias del cardenal Sancha -depositadas en una urna de plata- fueron llevadas hasta el altar de la celebración. Reliquias que se colocarán bajo el altar de la capilla de San Pedro del templo toledano, ya que fue voluntad del nuevo beato que se le enterrase en la nave de la catedral frente a la puerta de acceso a la citada capilla, como signo de su filial adhesión al sucesor de Pedro.
Acto seguido, se produjo el canto de aclamación en el que se descubrió la gigantografía del nuevo beato ante el prolongado aplauso de los allí presentes, y el arzobispo de Toledo, Primado de España, dio las gracias de parte de la «Iglesia de Dios que peregrina en Toledo, a su Santidad, el Papa Benedicto XVI, por la beatificación del siervo de Dios Ciriaco María Sancha y Hervás».
En su homilía, el arzobispo Amato -que comenzó recordando los actos de canonización de dos santos españoles llevados a cabo por el Papa el domingo 11 de octubre en el Vaticano, así como la beatificación de 498 mártires españoles durante la persecución religiosa en España entre los años 1931-1939- aseguró que la Iglesia en España «sigue siendo una Iglesia de santos y de testigos heroicos del Evangelio de Jesús».
Mons. Amato continuó la homilía haciendo referencia al nuevo beato, de quien quiso destacar tres facetas puestas en relieve en las Letras Apostólicas del Santo Padre Benedicto XVI, «que le llama asiduo e infatigable testigo de Cristo, padre de los pobres y promotor de la unidad de la Iglesia».
En este sentido, afirmó que, allí donde ejerció su ministerio, el nuevo beato «ahorró fatigas y sufrimientos», y añadió que «su empuje apostólico estaba firmemente enraizado en la integridad y en la verdad de la profesión de la fe», por lo que aseguró que «no se detuvo ante trabajos y humillaciones» para «conservar y defender la unidad y la comunión de la Iglesia».
El prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos resaltó igualmente la estancia misionera en Cuba del cardenal Sancha señalando que «el buen corazón del joven sacerdote quedó profundamente afectado por la marginación y el estado de degradación de los niños abandonados», motivo por el cual fundó el Instituto de la Hermanas de los pobres que adoptaron más tarde el nombre de Hermanas de la Caridad del Cardenal Sancha.
Igualmente, hizo referencia a que el nuevo beato, a su vuelta a España «continuó esa tarea de servicio a los obres, también como obispo y cardenal», y afirmó que «dedicó particular atención a la formación intelectual y espiritual de los sacerdotes, así como al sustentamiento de los seminaristas y de los sacerdotes pobres y ancianos en Madrid, Toledo y Valencia».
«El alma de este extraordinario apostolado era su fe inmensa en Dios», afirmó Mons. Amato, quien concluyó su homilía diciendo que «para todos nosotros, hombres y mujeres de poca fe, constituye un modelo de fe, que nos empuja a vivir siempre con la mirada puesta en lo alto; de esperanza, para tener presente que nuestra verdadera meta es la patria celestial; y un dechado de caridad, que nos recuerda que el amor de Dios y del prójimo hace dignamente humana nuestra vida».
Además de participar en el acto central de la solemne beatificación, el Seminario diocesano participó el día anterior en la vigilia de oración preparatoria al gran acontecimiento y visitó el monumento que la ciudad de Toledo ha erigido en honor del nuevo beato, en la plaza de la iglesia de los jesuitas.
Hay que recordar que el Cardenal Sancha es el primer sacerdote formado en el Seminario diocesano que es elevado a la gloria de los altares, así como el gran personaje formado entre los muros de la centenaria institución, corazón de la Diócesis, que llegó a ser obispo auxiliar de Toledo, obispo de Ávila, obispo electo de Santiago de Compostela, obispo de Madrid-Alcalá, arzobispo de Valencia (época en la que fue creado cardenal) y arzobispo de Toledo, primado de España.
Homilía de Mons. Amato en la beatificación del Cardenal Sancha
Homilía en la Misa de Acción de gracias por la beatificación del Cardenal Sancha