Mons. Antonio Mínguez del Olmo, Prelado de Honor de Su Santidad

Cientos de personas asistieron en la tarde del domingo 16 de junio al homenaje que la parroquia de El Salvador (Soria) rindió al sacerdote diocesano Antonio Mínguez del Olmo por su reciente nombramiento como Prelado de Honor del Papa. En la Santa Misa que presidió el Obispo de Osma-Soria, con el que concelebraron más de una veintena de sacerdotes, Mons. Melgar Viciosa entregó la distinción papal que el 20 de febrero, ocho días antes de que se hiciera efectiva su renuncia al Ministerio petrino, Benedicto XVI concedió al presbítero oxomense-soriano.

En su homilía, el Obispo diocesano reconoció «los muchos méritos del nuevo Prelado, entre los que destacan su alegría sacerdotal, su trabajo pastoral infatigable y su admirable sencillez». Al nuevo Prelado le acompañaban, entre otros, cuatro sacerdotes nacidos en algunas de las parroquias que él había atendido a lo largo de sus «52 años de servicio sacerdotal en las más variadas parroquias rurales de la Diócesis». Tras recibir la distinción papal de manos del Obispo diocesano, firmada por el Cardenal Secretario de Estado del Vaticano, Tarsicio Bertone, Mons. Mínguez del Olmo agradeció a los presentes su presencia en el acto y repaso su vida sacerdotal con profundo agradecimiento, «viendo en su nombramiento por parte del Papa un reconocimiento a todos los curas rurales que desempeñan un trabajo callado y, a veces, poco reconocido».

Prelado de Honor del Papa es un cargo honorífico que la Santa Sede otorga a algunos sacerdotes como reconocimiento de sus méritos en el ministerio sacerdotal. Este nombramiento, además del reconocimiento a su labor, conlleva el título de Monseñor. El título de Monseñor es otorgado a los Capellanes de Su Santidad; a los Prelados de Honor del Papa; a los Protonotarios apostólicos, título honorífico que se concede a miembros relevantes de la Curia Romana; y a los Obispos y Arzobispos.

Además, los Prelados de Honor de Su Santidad pasan a formar parte de la denominada Familia Pontificia. Por Familia Pontificia se entiende, propiamente, el entorno papal, formado por dos ramas: una eclesiástica (conformada por clérigos) y una laica. Los clérigos de la Familia Pontificia tienen derecho al tratamiento de «Monseñor», a vestir sotana con botonadura (filettata), ribetes y fajín morados y a puestos de honor en las ceremonias papales.

Algunos viven permanentemente en el Vaticano o en Roma, pero muchos otros son clérigos de distintas partes del mundo a quienes el Romano Pontífice confiere el honor de este nombramiento como es el caso del sacerdote oxomense-soriano, Mons. Antonio Mínguez del Olmo.

El nombramiento

Benedicto XVI, Pontífice Máximo

A ti, querido hijo, salud y bendición apostólica

Atendiendo de buen grado y con benignidad las súplicas a Nos dirigidas, para que diéramos público testimonio de nuestra singular benevolencia para contigo, por los méritos que has adquirido en el progreso e incremento de la religión en varios aspectos, a ti,

Antonio Mínguez del Olmo

de la Diócesis de Osma-Soria

te elegimos, constituimos y declaramos

nuestro Prelado de Honor

y te concedemos, por ello, los privilegios, honores y prerrogativas que, en virtud de la instrucción «Ut sive» de la Secretaría de Estado o del Papa son inherentes a dicha dignidad.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 20 de febrero de dos mil trece.

Tarsicio Cardenal Bertone

Secretario de Estado

Curriculum vitae del nuevo Prelado

Mons. Antonio Mínguez del Olmo nació en Valdealvillo (Soria) el 17 de enero de 1929. Con veintitrés años, y tras cursar los estudios de Filosofía y Teología en el Seminario diocesano «Santo Domingo de Guzmán», fue ordenado presbítero el 31 de mayo de 1952 en el L Congreso Eucarístico de Barcelona, en la ordenación sacerdotal más numerosa de la historia de la Iglesia en la que fueron ordenados 820 presbíteros.

Durante 52 años sirvió como sacerdote en numerosas parroquias de la Diócesis de Osma-Soria: desde Andaluz y Tajueco, pasando por Bayubas de Arriba y Abajo, hasta Vinuesa o Molinos de Duero. En el año 2004 se jubiló si bien desde aquel año y hasta la fecha colabora con la parroquia de El Salvador (Soria). Ha sido confesor y director espiritual en el Seminario diocesano, miembro del Consejo de Asuntos Económicos, del X Consejo presbiteral diocesano y administrador del Seminario de Vinuesa.

Declaraciones del nuevo Prelado

«Para mí, este nombramiento es algo que nunca había soñado ni, mucho menos, esperado. Pienso que ha sido un gesto con el que nuestro Obispo quiere premiar, por así decir, al clero rural de la Diócesis y se ha fijado en mi persona por ser uno de los sacerdotes más mayores de la Diócesis, muchos ya jubilados pero que siguen trabajando y ayudando en las parroquias. Por eso, quiero compartir este nombramiento con todos mis hermanos presbíteros, especialmente con aquellos que trabajan en los pueblos».

«En mis 52 años de sacerdote he atendido muchas parroquias; he tenido un profundo amor al Seminario y a los seminaristas (menos en mi primer destino, donde sólo estuve dieciséis meses, siempre he tenido seminaristas; de todos ellos, siete llegaron a ser ordenados… ésta es la mayor gracia que Dios me ha hecho en todos estos años). Ahora, en El Salvador, estoy feliz pues estoy cumpliendo uno de mis deseos como sacerdote: poder ayudar a otro compañero al finalizar mi servicio ministerial».

«Del Seminario tengo un gratísimo recuerdo por lo que allí viví y me enseñaron; por ello doy gracias a Dios, a los formadores, a los profesores, etc. En el Seminario aprendí muchas cosas; ¿cuáles? Sobre todo el trabajo, la oración, la obediencia, el sacrificio, la fraternidad y la solidaridad. Estas virtudes me han servido y sostenido en mi vida sacerdotal. Mi vida como presbítero la he vivido con alegría (lo que no quiere decir que no haya pasado por momentos difíciles) sabiendo que el centro de mi vida eran la Santa Misa y mis ratos de oración ante el Sagrario».

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