Profesión solemne en el Monasterio de Santa María de Huerta

En la mañana de hoy, en la celebración que ha tenido lugar en la iglesia abacial del Monasterio de Santa María de Huerta, el hermano Juan Alejandro Sierra González ha emitido su profesión solemne según las Constituciones de la Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia.

En la profesión solemne se emiten tres votos con propósito firme de ser cumplidos y vividos durante toda la vida: voto de obediencia, voto de estabilidad y voto de conversión de costumbres (que engloba «la pobreza, el celibato y algunas observancias básicas como son la especial dedicación al trabajo -humano, social y teológico-; a la oración litúrgica y a la oración prolongada; a vivir una vida austera; o a la vida en común entendida como corresponsabilidad, compasión, coalegría y confraternidad»)

La Santa Misa, que ha dado comienzo a las once y media de la mañana, ha estado presidida por el Obispo de Tenerife, Mons. Bernardo Álvarez Afonso, Diócesis de la que Juan Alejando Sierra fue presbítero durante ocho años.

Y es que el neo-profeso nació en las Islas afortunadas el 23 de junio de 1969, siendo ordenado sacerdote para la Diócesis de Tenerife por Mons. Felipe Fernández García en 1995. Discerniendo su vocación, Juan Alejandro descubrió que Dios le llamaba a la vida monástica. Así, el 5 de Agosto de 2004 ingresó en el Monasterio de Santa María de Huerta, donde hizo su profesión temporal el 24 de Junio de 2007.

Junto con el prelado tinerfeño han concelebrado la Eucaristía nueve sacerdotes de la Diócesis canaria junto con otros presbíteros diocesanos y de la misma comunidad monástica.

Después de la proclamación del Evangelio, momento en el que ha comenzado el Rito de la profesión solemne, el profesando ha sido presentado al abad del Monasterio, Isidoro Mª Anguita Fontecha, quien le ha preguntado por su intención.

Tras la homilía del abad, ha tenido lugar el interrogatorio a Juan Alejandro sobre su propósito de «consagrarse a Dios más íntimamente con (…) la profesión religiosa» así como sobre su voluntad «de observar la estabilidad, la conversión de costumbres y la obediencia según la Regla de San Benito».

Uno de los momentos más emotivos, antes de la consagración del neo-profeso, ha tenido lugar cuando han sido cantadas por toda la asamblea las letanías de los santos. Terminada las letanías, Juan Alejando ha leído la cédula de profesión y, sobre el altar, la ha firmado. Hecho esto, el profeso se ha arrodillado ante el abad y ante cada uno de los hermanos que han profesado ya solemnemente diciendo: «Ruega por mí, hermano» y escuchando de cada uno un «el Señor esté contigo» mientras era levantado del suelo y abrazado.

El rito de la profesión, tras el que la Eucaristía ha continuado como de costumbre, ha terminado con la oración del abad de consagración de Juan Alejando y la imposición de la cogulla, «símbolo de inocencia y humildad».

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