Este sábado 14 de diciembre, la joven hermana clarisa Sor María Inmaculada de la Cruz ha realizado su profesión temporal, según la Regla de Santa Clara, en el Monasterio de Santo Domingo, de la ciudad de Soria.
La ceremonia, presidida por José María Calderón, delegado de misiones de la Archidiócesis de Madrid, y concelebrada por diez sacerdotes (entre ellos del delegado diocesano para la vida consagrada, el franciscano Francisco Jimeno) ha dado comienzo a las doce de la mañana. A ella, junto a un numeroso grupo de fieles de Soria, Madrid y Badajoz -de donde es oriunda la joven profesa- ha asistido la madre de Sor Mª Inmaculada junto con toda su familia.
El momento central de la celebración ha comenzado tras la homilía. En esos instantes, el sacerdote presidente ha mantenido un bello diálogo con la joven religiosa acerca de los compromisos que adquiría en su nuevo estado de vida (por tres años hasta realizar, pasado este tiempo, la profesión solemne). Tras este interrogatorio y el canto del Veni Creator Spiritus que la asamblea ha entonado para pedir la ayuda de Dios para la neoprofesa, Sor Mª Inmaculada entrelazaba sus manos, arrodillada, entre las de la madre abadesa, Sor Ignacia María, para emitir su profesión temporal según la Regla de Santa Clara.
A continuación, la madre abadesa le entregaba los tres símbolos de su consagración a Dios: el velo negro, bendecido por el presidente y que ha sido vestido en su cabeza en ese instante, la Regla de la Orden y el crucifijo.
La celebración ha continuado como de costumbre hasta vivir uno de los momentos más emotivos al final de la misma cuando la nueva profesa ha dirigido la palabra a los asistentes para dar las gracias por su presencia, oración y cariño, asegurando que «simplemente estaba y era muy feliz». Especialmente emotivas han sido las palabras dirigidas a su madre y a las hermanas Clarisas de Zimbawe, Mozambique, Valdemoro y Medinaceli que no podían estar físicamente presentes en la celebración.
En la actualidad, la comunidad de Clarisas en la ciudad de Soria cuenta con cincuenta y cuatro religiosas, siendo uno de los más florecientes en vocaciones de la Iglesia en España.
