Este año, debido a la crisis sanitaria causada por el COVID-19, la Conferencia Episcopal Española propuso —muy acertadamente— hacer coincidir el Día del seminario con la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María. Sin el «sí» de María en la Anunciación no tendríamos a Jesús y tampoco tendríamos sacerdotes. María es madre del único sumo sacerdote, que es Jesús. Por eso, la Virgen quiere especialmente a los sacerdotes, porque son los que más se parecen a su Hijo.
Los actos del Día del seminario comenzaron los días 5 y 6 de diciembre, con la visita del equipo de formadores y de nuestros dos seminaristas mayores a varias parroquias de la ciudad de Soria. Quienes asistieron a estas eucaristías dominicales tuvieron la ocasión de reflexionar sobre la vocación, conocer mejor nuestro seminario y escuchar los testimonios vocacionales de Roberto y de Luis Vicente, que este año han comenzado el curso preparatorio.
A pesar de la pandemia, el día 7 de diciembre se celebró un año más la tradicional vigilia de la Inmaculada en la villa episcopal. Siempre dentro las restricciones de aforo recomendadas, numerosos fieles, a los que se unieron nuestro obispo, don Abilio, y el rector del seminario, don Jesús Hernández, oraron ante el Santísimo para dar gracias por la grandeza de la pureza de Santa María y para pedir a Dios que nos bendiga con abundantes y santas vocaciones sacerdotales.
Las celebraciones de la Inmaculada y del Día del seminario continuaron el día 8 de diciembre en la catedral con una misa solemne presidida por el Sr. Obispo. Don Abilio pidió la intercesión de María para que Dios nos conceda numerosas vocaciones sacerdotales y destacó las similitudes entre María y los sacerdotes: ambos dicen «sí» al Padre para traer al mundo a Jesús, el Hijo de Dios. Además, los fieles que asistieron a la celebración pudieron escuchar las historias vocacionales de nuestro seminarista mayor Roberto y del diácono José.
