En la mañana del sábado 7 de mayo, dentro de la celebración de la Santa Misa que ha dado inicio a las doce de la mañana, la Comunidad de Hermanas pobres de Santa Clara, del Monasterio de Santo Domingo, ha vivido con gran gozo la toma de hábito de la joven Amelia, que ha estado acompañada por sus padres, sus cuatros hermanos, sus abuelos, el resto de su familia y cientos de fieles que llenaban el templo.
Al inicio de la Santa Misa, mientras los sacerdotes besaban el altar, la joven -acompañada por la abadesa y la maestra de novicias del Monasterio- aparecía radiante, vestida con un blanco traje de novia, y se situaba en el lugar central que ha ocupado durante toda la celebración.
Los momentos más intensos y emocionantes de la misma se vivían al final de la Eucaristía. Una vez que el presbítero que presidía la celebración ha dicho la oración de post-comunión comenzaba el Rito de la toma de hábito, que ha arrancado con la bendición del nuevo hábito que la joven Amelia iba a vestir en pocos momentos.
A continuación, todos los presentes han invocado al Espíritu Santo con el canto del «Veni Creator» mientras la joven novicia -a quien la abadesa ha acompañado en todo momento- permanecía arrodillada. Terminado el canto, Sor Ignacia María, la abadesa, y Sor María Mercedes, la maestra de novicias, realizaban algunos de los gestos más impactantes de toda la celebración: desvestían a la joven y le vestían el hábito franciscano, sencillo, marrón y con forma de cruz, a la vez que la despojaban de todo el ornato externo, recordando de este modo que «la joven Amelia se despoja de todo lo superfluo de este mundo para entregarse sólo y totalmente a Dios». Terminada la vestición, la abadesa ha comenzado a cortarle el pelo a Amelia y le ha vestido la toca blanca.
La entrega de la Regla de Santa Clara y del libro de la Liturgia de las Horas, que la joven ha besado con reverencia, la lectura de un significativo escrito de la Santa Clara de Asís y la imposición del nuevo nombre de la joven (Soria Amelia María del Espíritu Santo, elegido por ella), al que ha seguido una breve homilía, han puesto el punto y final al Rito.
La ceremonia concluía con el testimonio de la joven religiosa, momentos antes de la bendición final, que ha agradecido a todos su presencia en la ceremonia y que ha animado a los que allí estaban a «dejarse amar por Dios pues si supiéramos el amor tan grande que Dios nos tiene viviríamos de otra manera». Muy emocionantes han sido las palabras dirigidas a sus abuelos y, especialmente, a sus padres a los que les ha agradecido «su alianza de amor matrimonial que ha hecho posible esta alianza de amor mía con Jesucristo». «Soy muy feliz, inmensamente feliz» ha concluido la joven religiosa, oriunda de Madrid, que «buscó la felicidad trabajando como enfermera, estudios que realizó antes de entrar en el Monasterio; que buscó la felicidad en Calcuta, trabajando y ayudando a los más pobres, y en Barcelona… que buscó la felicidad y la halló en este convento donde está el mundo real, la felicidad auténtica, Jesucristo» ha afirmado el presidente de la celebración en su homilía.
Cerca de las dos de la tarde culminaba la ceremonia con el abrazo de Sor Amelia a sus padres, familiares y a todos los presentes. Después todos han compartido un aperitivo en los locutorios del convento mientras saludaban a las cerca de cincuenta religiosas (muchas de ellas jóvenes) que habitan el Monasterio del que dependen, además, dos comunidades recién implantadas en Mozambique y Zimbawe.