Tras las huellas de Sor María

Un grupo de diez devotos de la Venerable Sor María de Jesús de Ágreda (1602-1665), cuyo proceso de Beatificación se encuentra incoado desde 1666, peregrinó durante diez días por el suroeste de Estados Unidos, área de influencia de la protomisionera Sor María de Jesús. El viaje tenía como objetivo visitar algunos de los lugares donde se recuerda a Sor María y conocer la vivencia que tienen las gentes del suroeste de los EEUU (aquellas tierras que, según la tradición, evangelizó gracias a los dones del Altísimo) de la ilustre agredana. Aunque el viaje tenía carácter privado, conforme recorrían los 3300 kilómetros que separan Dallas (estado de Tejas) de Santa Fe (estado de Nuevo Méjico) y gracias al contacto con los devotos americanos de María de Ágreda, el viaje se convirtió en una peregrinación y el carácter privado se tornó público ante los distintos recibimientos y agasajos que les dispensaron, tanto los devotos, como las autoridades religiosas y civiles.

La peregrinación tuvo tres grandes hitos: la ciudad de San Angelo y su entorno; la ciudad de Presidio y sus alrededores (ambas en el estado de Tejas); y, finalmente, la ciudad de Albuquerque y su entorno (estado de Nuevo Méjico).

En la primera parte del viaje visitaron la ciudad de San Antonio, donde conocieron de cerca el modo de evangelizar de los franciscanos del siglo XVIII, prestaron especial atención a la misión de «Nuestra Señora de la Purísima Concepción», que fue nombrada así gracias a la insigne concepcionista agredana, y -delante de la Inmaculada de su capilla- rezaron por la beatificación de la Venerable. A continuación, se desplazaron a la ciudad de San Angelo donde fueron recibidos por el comité de «La Dama de Azul», sobrenombre por el que se conoce a Sor María en tierras americanas debido al color del manto azul concepcionista con el que los indios jumanos la describieron a los primeros misioneros franciscanos. Al frente del comité estaba el Obispo de la Diócesis, Mons. Michael Pfeifer, que presidió una Eucaristía de bienvenida. Alrededor de 30 personas asistieron a la misma y escucharon las palabras de saludo, agradecimiento y aliento que la madre abadesa del convento agredano, Sor María Luz Santolaya, enviaba a los devotos americanos, así como las palabras de saludo de nuestro prelado, Mons. Gerardo Melgar Viciosa, a su hermano en el Episcopado, Mons. Pfeifer. El Obispo tejano se comprometió a hablar con todos los Obispos de las distintas Diócesis del Estado para proponerles su apoyo a la Causa de Beatificación de Sor María, así como a responder al prelado oxomense.

Los peregrinos agredanos, entre otras actividades, visitaron el monumento -junto a la encrucijada de los ríos Conchos- que conmemora el lugar donde se celebró la primera Misa en 1632, en la cual fueron bautizaron 2000 jumanos gracias al mensaje que les había dado «la Dama de Azul» de «ir a buscar a los padres para que los bautizasen». Los días en esta ciudad fueron intensos, llenos de experiencias relacionadas con la Venerable y de proyectos de futuras colaboraciones (los devotos de San Angelo tienen planeado la realización de un museo dedicado a Sor María de Jesús y ya está comprometida su financiación)

El segundo hito de la peregrinación estaba al sur, cerca de la frontera de EEUU con Méjico, a orillas del río Grande. El cónsul de Méjico en la ciudad de Presidio, Raúl Acosta, organizó una recepción a los viajeros agredanos en el centro cívico de la ciudad, donde estaban invitados los descendientes de la casi desaparecida tribu jumana, los interesados en «La Dama de Azul» de Presidio y de la ciudad mejicana de Ojinaga, región que tradicionalmente se conoce como la Junta de los Ríos. La convocatoria -a las que asistieron unas 100 personas- fue un encuentro donde se destacó la especial conexión entre Sor María y el pueblo que evangelizó, los jumanos, por ser «especialmente sensibles al Evangelio» según comenta la Venerable.

El tercer alto en el camino fue la ciudad de Albuquerque, donde el grupo de devotos de Sor María en Nuevo Méjico tenía organizada una apretada agenda de visitas para dar a conocer a los peregrinos agredanos la vivencia de la Madre Ágreda en la zona. La primera de ellas fue la visita a la misión de la Gran Quivira, lugar muy conectado con «La Dama de Azul» ya que existen distintas fuentes que la sitúan enseñando el Evangelio a las gentes de Las Humanas. Otro momento muy emotivo fue la llegada a la misión de San Agustín, en el pueblo de Isleta, iglesia a la que -según la tradición- llegaron los indios jumanos para «pedir a los padres que fuesen a su tribu para bautizarlos». El Arzobispo de Santa Fe, Mons. Michael Sheehan, saludó a los peregrinos de Ágreda que le entregaron una carta de saludo de Mons. Melgar Viciosa y le comentaron sus objetivos e las impresiones de la peregrinación. También visitaron la Catedral de Santa Fe y rezaron por la Beatificación de la Venerable a la patrona del lugar, la Virgen de la Paz, que acompañó a los primeros misioneros franciscanos en la evangelización de Nuevo Méjico.

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Mª Consolación Campos Martínez

Miembro del grupo de trabajo «Sor María de Jesús de Ágreda»

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