Un nuevo diácono para el Monasterio de Huerta (Soria)

El Monasterio cisterciense de Santa María de Huerta (Soria) acogió en la mañana de ayer la Ordenación diaconal del Hno. Francisco Rivera. La Santa Misa fue presidida por el Obispo de Osma-Soria, Mons. Abilio Martínez Varea, junto al que concelebraron el abad y la comunidad del cenobio así como otros sacerdotes diocesanos o amigos del nuevo diácono.

Después de las lecturas de la Palabra de Dios, el prior del Monasterio llamó al Hno. Francisco Rivera y solicitó al Obispo la Ordenación, expresando la idoneidad del candidato. A continuación, Mons. Martínez Varea dirigió la homilía en la que invitó al nuevo diácono a no tener miedo: “no seamos cobardes ni timoratos; Dios está con nosotros, nos acompaña y nos dará siempre su paz. Vivamos siempre nuestra vocación de testigos, mensajeros del Señor, con gran valentía y humildad, con confianza y perseverancia”. Así mismo recordó como “el auténtico diácono-servidor no quiere que se le tenga en cuenta, no trata de ejercer dominio sobre los demás, no impone, sino que sugiere, propone y respeta, sabiendo que su vida, su tiempo, su dinero y su persona no le pertenecen, son ya patrimonio de la comunidad, del pueblo al que ha sido enviado a servir”; y concluyó: “no busques los primeros puestos, no busques escalar honores y glorias mundanas”.

Tras unos momentos de silencio, el Hno. Francisco se colocó ante el Obispo y emitió sus promesas como elegido al ministerio diaconal; se entonaron las letanías y el monje se postró en el suelo. Terminada la invocación a los santos, el Obispo impuso sus manos sobre la cabeza del Hno. Francisco; luego, Mons. Martínez Varea pronunció la oración de Ordenación diaconal. Terminada la oración, el neodiácono fue revestido por el abad con la estola al estilo diaconal y la dalmática. El rito de la Ordenación concluía, a continuación, con la entrega de los Evangelios y el abrazo de paz del prelado oxomense-soriano.

Antes de que el Obispo impartiese la bendición, tomó la palabra el ordenado para dirigirse a los presentes recordando “las bendiciones de Dios en los doce años que llevo en Huerta” y para agradecer a todos, “especialmente a mi familia y a mi familia espiritual, la Iglesia y mi comunidad, todo lo que me dan cada día”.

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