Voluntariado juvenil católico

Setenta adolescente y jóvenes de la ciudad de Soria (así como de algunas otras parroquias de la Diócesis) participaron en la tarde del viernes 26 de octubre en la presentación del Voluntariado juvenil católico que han puesto en marcha (animados y coordinados por el Obispo diocesano) las Delegaciones de pastoral vocacional, pastoral joven y pastoral universitaria. El acto se desarrolló en la Sala de conferencias de la Casa diocesana «Pío XII» (de Soria), empezando a las seis de la tarde; estuvo dirigido por el prelado diocesano.

Según el Obispo de Osma-Soria, Mons. Gerardo Melgar Viciosa, el Voluntariado surge ante el hecho de que «en nuestra sociedad hay muchos ancianos solos en sus casas, en las residencias, etc.». Por eso, «los jóvenes pueden servirles de consuelo y ayuda dedicándoles un poco de su tiempo, acompañándoles, escuchando su experiencia de vida y de fe, etc. con la clara conciencia de que los ancianos pueden aportar mucho desde la experiencia de su madurez y ancianidad».

Las Delegaciones episcopales proponen a los adolescentes (mayores de quince años) y jóvenes con este voluntariado «ayudar a los ancianos a sonreír, a que sientan que hay quien se preocupa por ellos, a que se sientan queridos. Queremos, en definitiva, hacer más feliz su vida».

¿Cómo se va a desarrollar este voluntariado? Según el delegado episcopal de pastoral vocacional, Rubén Tejedor Montón, «es sencillo desde este genial proyecto en el que vamos a apadrinar a aquellos ancianos que están solos para ayudarles, acompañarles y quererles gratuitamente, sin esperar nada a cambio».

¿A qué se comprometen los participantes en este Voluntariado? «En primer lugar, a acoger en nuestra vida al anciano que está solo, a abrir el corazón a sus necesidades, a saber escucharle con todo cariño, como si el momento que pasamos con él fuera el más importante de nuestra vida, a acompañarle, etc.». Es muy importante hacer caer en la cuenta a los jóvenes, según el Obispo, que «nunca deberán juzgar al anciano ni a los suyos: sólo queremos que sientan afecto, cariño, cercanía, queremos llevarle momentos de alegría poniendo mucho amor en todo lo que hagamos con él».

¿Qué harán los voluntarios? Mons. Melgar Viciosa repite que «ante todo y sobre todo, poner mucho amor en cada acción que hagamos con la persona anciana». Desde esa premisa, el voluntariado consistirá en visitar a la persona anciana una vez a la semana (todas las semanas) y permanecer con ella por espacio de una hora, aproximadamente. En este tiempo, indica el delegado de vocaciones, «le ayudaremos en todo cuanto necesite: dar un paseo, escucharle, contarle nuestras experiencias vividas durante la semana, preguntarle si precisa algo que podamos hacerle para la próxima semana, tener -de cuando en cuando- algún detalle, felicitarle el día de su cumpleaños y llevarle un sencillo regalo, en Navidad, etc.». El contacto con la persona anciana será permanente, debiendo «llamarle por teléfono cuando sepamos que está enferma, cuando le haya visto preocupada por un tema, especialmente».

Una vez al mes los participantes en el Voluntariado se reunirán con el resto de voluntarios (más o menos una hora) para revisar juntos cómo va la experiencia, el grado de satisfacción, «si somos fieles a los compromisos adquiridos y lo que nos aporta como personas y como creyentes el Voluntariado, cómo nos sentimos, cómo podemos mejorar, etc.».

Además, para conocer más y mejor los principios cristianos (que sostienen el proyecto), todos los voluntarios tendrán «un rato de oración con la Lectio divina, escucharemos la iluminación desde la Palabra para que nos estimule a un mayor compromiso y extraeremos algunas conclusiones y compromisos de la reflexión en común».

Comparte esta noticia
Facebook
X.com
LinkedIn
WhatsApp
Email